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Sosa Wagner

Yo soy “tetalitario”

Cataluña anima a las mujeres a descubrir sus pechos

Todo parecía indicar que desde Barcelona no nos mandaban últimamente más que golpistas contra el orden constitucional que luego tenían que ser indultados por el progresismo chulísimo que manda en Madrid. Pero felizmente no es así. Acaba de llegarnos una campaña magnífica del Govern exhortando a las mujeres a exhibir sus tetas para no sufrir ataduras machistas. En topless, que es como se dice en catalán.

Pronto se han desencadenado las críticas del conservadurismo español: andar por el mundo –argumentan– enseñando las domingas es asunto que viene de lejos, que se está practicando en las playas y piscinas con naturalidad y sin necesidad de sugerencia alguna por parte de las autoridades.

No tienen razón porque el hecho de que se produzca una recomendación explícita por personas en lo alto del poder permite albergar la esperanza de que una práctica cultivada por unas pocas mujeres en lugares muy específicos se expanda por todos los rincones del Estado español.

Y esta es una magnífica noticia para quienes somos “tetalitarios”. Me explico. Así como en política existe el totalitarismo, una ideología que trata de “controlar coactivamente las relaciones sociales bajo una sola ideología oficial” (DRAE), otros –en la sociedad civil– defendemos el “tetalitarismo” es decir, la imposición de la exhibición de las tetas de las mujeres como signo de liberación para ellas y de amistad hacia ellos.

"Acaba de llegarnos una campaña magnífica del Govern exhortando a las mujeres a exhibir sus tetas para no sufrir ataduras machistas. En topless, que es como se dice en catalán"

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Con un fundamento: la gracia de esa parte de la anatomía femenina. Porque las tetas han de ser vistas como un caleidoscopio al ser capaces de fabricar infinitas combinaciones para quienes las observan siendo lo de menos que formen o no un dibujo perfecto. Porque las hay asimétricas, irregulares, incoherentes como si dijéramos, revelando con ello un punto de desorden anatómico que puede ser adorable. ¿Quién ha dicho que el desorden no es incitante? Pero pueden ser también simétricas, cuando se manifiestan en ejemplar concierto, sin que por ello la calificación tenga que ser más favorable.

Y es que las tetas albergan muchas geometrías. Es más: estamos ante la encrucijada donde estas –las geometrías–, si no están muy atentas, pueden llegar incluso a despistarse. Y ello se debe a que la teta se apropia de muchas figuras al mismo tiempo para saciar su apetito geométrico, que es inextinguible, según vengo diciendo.

Por ello hay en ellas redondez, esferas y curvas. Pero también arco, más específicamente arco iris, lo que se observa cuando, en la playa, vemos una teta desnuda sobre cuya superficie reverberan los reflejos del sol y de las aguas y de tantos ojos sedientos como en ella se posan, ojos que emiten cuchillos como destellos.

Hay también la teta plana, en apariencia un descampado, pero en puridad un arcano, una superficie donde aterrizan audaces cabriolas imaginativas pues que lleva a quien la observa a trenzar un batiburrillo de hipótesis, de pronósticos y conjeturas, que a veces merece la pena ir ordenando poco a poco pero otras ganan permaneciendo alborotadas.

En este sentido, no se pueden ofrecer reglas fijas, que naufragarían mecidas precisamente por los caprichos del busto.

Forman asimismo las tetas círculos. Ha de saberse que el famoso círculo vicioso es en rigor la teta porque es escenario donde se pueden practicar las más osadas licencias. Hay que tener en cuenta que en círculo se torea, se juega, se piensa y que en el círculo mágico es donde se convoca a los espíritus para que no pierdan el tiempo vagando sin ton ni son. El círculo es cerco y a la mujer –como al hombre– se la conquista cercándola suavemente y con albórbola de señuelos.

Teta, alarde de geometrías, eslabón de eslabones.

El único problema que me desorienta de la teta es el siguiente: ¿es inmortal, qué ocurre con la teta en el momento de la resurrección de la carne?

Fuera de esta pregunta angustiosa por teológica, mi respeto a la mujer libre me lleva a proclamar que yo soy “tetalitario”.

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