La Reina Isabel se nos ha muerto. Esa reina que era un poco de todos gracias al formidable aparato de propaganda inglés, con publicistas capaces de encumbrar su persona y la monarquía más importante del mundo, cuando parece que la están criticando, resto inequívocamente decadente de un imperio glorioso que no se hizo tanto a fuerza de gestas, que también, sino de gestión prodigiosa, sesgada y manipulada de esas gestas, algo que hay que saber hacer y en lo que España, por el contrario, fracasa.

Lo cierto es que esa señora respetabilísima que, sin conceder entrevistas, ha conseguido entrar en nuestras casas y acaparar simpatías domésticas casi en todos los estamentos, no hizo nada por usted ni por mí, amable lector, y, sin embargo, probablemente a todos nos ha dado pena su pérdida. Testigo y protagonista de setenta años convulsos de nuestra historia cercana, aquella jovencísima reina de cuento, se coronó y reinó luego junto a su guapísimo marido, al que dicen que agradecía más la lealtad que siempre le guardó, aunque no siempre le fuera fiel. Fue guapa de joven, elegante a su manera, algo cursi por inglesa, digna en los escándalos familiares que supo aguantar, sortear y padecer sin esconderse nunca y dando una difícil talla. Seguramente disciplinada, nunca conoceremos de verdad los entresijos de una vida que a algunos les resulta apasionante, a otros rutinaria y a otros esclava.

Cuando alguien muere, lo habituales que se multipliquen las luces y se oculten las sombras. Lo que más se destaca hoy en ella es su sentido del deber, que antepondría al amor e incluso a la familia.

Ahora, los enemigos de la monarquía como institución se frotan las manos, explotando las supuestas debilidades del rey Carlos III y anticipando la crisis y caída de la institución o, al menos, jugando con esa prometedora posibilidad. A una le caen bien Carlos y Camila. Siente debilidad por quienes durante tantos años han sido los malos de la película. Aunque solo sea porque no son guapos y porque nadie luce los chaqués como el flamante y triste nuevo rey de Inglaterra.