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Alberto Barciela

Sentido común de Estado

En Avión, en el centro de alguna de sus aldeas, existe todavía un grupo de hórreos, propiedad de las diferentes familias del lugar. En ellos se guardaban los productos del campo que habían de conservarse para el invierno. El canastro –hórreo, cabaceiro– más grande era el mejor situado y el más escondido de las miradas. Este último se abastecía con una parte proporcional de cada cosecha del lugar para que, los afectados por alguna circunstancia –enfermedad, poco rendimiento de sus tierras, edad, desamparo familiar, etc.–, con necesidad de auxilio para su sustento pudieran surtirse, sin pasar vergüenza alguna.

El sistema me parece generoso, muy propio de la inteligencia gallega, del saber sobrevivir a los avatares incontrolables o al infortunio casual.

En el mismo orden etnográfico-colaborativo, cabe situar las labores en el campo, en la pesca e incluso en las celebraciones festivas. La acción común se hace efectiva. Así es como lo poco se hace mucho, para que todos se beneficien y se sientan apoyados en las crisis. El mejor ejemplo de lo dicho, lo encontramos en la emigración. El español, cuando se une, es capaz de lograr los más impensados logros. En la montaña ourensana, donde nace el Avia, bien lo saben.

Viene la anécdota a propósito de la confrontación política, del no entender bien cómo, ante la grave debilidad económica, provocada por múltiples factores –COVID, guerra de Ucrania y la crisis energética de ella derivada, la ambición descorazonada de los fondos de inversión–, no se alcancen consensos de Estado, un acuerdo de mínimos entre los grandes partidos españoles. Paradójicamente, esto ocurre, en el país que entiende mejor y más apoya la Unión Europea.

La aldea, llana pero sabia, humilde mas trabajadora, tosca empero creadora de cultura, ya en los siglos precedentes, supo encontrar métodos de supervivencia solidaria. En lo pequeño, en lo humilde, está el ejemplo de cómo puede existir un generoso sentido común, de aldea o de Estado. Pero, en lo aparente, y como irónicamente dicen en Redondela, “cada uno anda a lo suyo, menos yo, que ando a lo mío”. Así nos va.

*Periodista

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