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Que se está produciendo cambios en prácticamente todos los órdenes de conocimiento, no es ninguna novedad, lo que si estamos experimentando es que la velocidad del cambio se acelera de tal forma que las planificaciones más conspicuas son batidas irremediablemente por cambios súbitos en las tendencias, por eso en el mundo empresarial tiene que estar en una permanente alerta no solamente para resolver problemas estratégicos y operativos de sus empresas, sino tratar de desbrozar el camino por donde debe seguir, teniendo en cuenta que además la predictibilidad más que una ciencia estadística está pasándose literalmente al ámbito “merliniano” de la auténtica magia.

Todo este panorama nos lleva a evidenciar las carencias que un mundo globalizado ha venido tapando y que al levantar la alfombra vemos como las economías occidentales se han dejado comer el terreno en tantos campos que sonroja hasta al mayor de los adeptos a la causa, me refiero a casos como por ejemplo la crisis de chips, donde coincidiendo con una expansión brutal de su utilización en campos industriales como el automóvil, la telefonía, por poner ejemplos más significativos, de repente nos hemos encontrado que no disponemos de fábricas en Europa por que hemos confiado en el suministro asiático que nos plantea ahora un déficit estructural inmenso con el problema consiguiente de pérdida de competitividad.

Recientemente he podido ver información sobre las ahora famosas “tierras raras” que contienen un gran cantidad de elementos de la tabla periódica, esenciales para la fabricación de la casi totalidad de los aparatos que hoy utilizamos de forma habitual, con pantallas de plasma o teléfonos móviles y que no hay producción tampoco en nuestro país, ni en Europa y también importamos la práctica totalidad de estos elementos de China, con la paradoja de que contamos con recursos mineros aquí más que suficiente para producir todos estos elementos a los que hago mención, sin problemas de suministros de cara al futuro pero que no los producimos por que son mas baratos importarlos de Asia.

Estas carencias son solamente algunas, sin contar con las del campo energético donde tenemos que importar la totalidad del gas y petróleo, cuando existen tecnologías y recursos alternativos que podrían perfectamente, con la planificación debida, haber sido resueltas nuestras necesidades hace tiempo.

Hay que volver a ajustar la triple hélice, empresa, universidad y administración pública

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