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Jorge Cebreiros

Disfrutar del verano

En estas fechas, cuando la gran mayoría de España, incluidas las administraciones públicas, se toma un descanso, y parece que todo se aletarga, la realidad no se detiene, no lo hace nunca, y así nos van colando informaciones que, en medio del sopor, las vacaciones y el tiempo de ocio, van pasando como si no tuviesen repercusiones serias.

He de reconocer que hay algunas cosas que han conseguido sorprenderme. Si hace unas semanas, un líder sindical nos animaba a “disfrutar del verano porque nos lo hemos ganado”, mandaba a “hacer puñetas a los que hablan de que vamos a entrar en una situación de crisis” y auguraba un otoño de “grandes movilizaciones”, esta misma semana, una ministra del Gobierno de España las apoyaba “de manera explícita”.

Si no hace mucho estábamos ansiosos por compensar las pérdidas del 2020 y volver al ritmo prepandemia, el caso –o el caos– es que la resaca de la recuperación ha venido seguida de otras turbulencias perturbadoras. Al mundo de la empresa no nos ha sido fácil sobrellevar los últimos ejercicios ni, mucho menos, los meses más recientes, tras la invasión rusa de Ucrania, que ha dejado de ser noticia de primera página hace ya, tristemente, algunas semanas.

El precio de la electricidad y los carburantes ya son el pan nuestro de cada día, con el impacto que conlleva a toda la cadena productiva y al gasto de los hogares. Los tipos de interés suben lentos, pero seguros, el crédito se encarece, la inflación se dispara, y cada vez que vamos al supermercado, comprobamos alarmados que el precio de los productos ha subido, desequilibrando el presupuesto destinado a alimentación.

La actividad económica se ralentiza, las economías europeas más potentes frenan su ritmo y ya sabemos que, si ellos estornudan, nosotros enfermamos. Se revisa a la baja –consecutiva y periódicamente– la previsión de crecimiento del PIB.

Hemos empezado a recortar gastos en alimentación, también tendremos más cuidado apagando dispositivos y luces en el hogar. Los empresarios sabemos que no es posible repercutir en el consumidor final todo este incremento de gastos, y lo hemos asumido desde hace meses, incluso con la alarmante subida de las materias primas. Podemos apagar escaparates, proceder con cautela, recortar gastos y sobrevivir… pero poco más.

Pero de repente, en pleno mes de agosto, se legisla y aprueban decretos, volviendo a la mala costumbre del decreto ley sacado de la chistera a discreción, sin hablar con los perjudicados, como durante la pandemia, para lograr entre otras muchas cosas, que los edificios públicos no dejen sus luces encendidas toda la noche… ¿en serio? Algo tan de sentido común para la ciudadanía como apagar todas las luces al irse a dormir o cerrar el grifo al lavarse los dientes.

“Tocará vivir tiempos inciertos, que deberemos afrontar con trabajo, aunque a veces también haga falta suerte, anticipación, y sacrificio, mucho sacrificio”

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Y al igual que todos los veranos, nos hablan de la sequía y de sus consecuencias para la agricultura y muchos otros sectores que dependen del agua para su actividad, pero seguimos sin dar soluciones. Aún no podemos echarle la culpa al Gobierno de que no llueva (¡todavía!, pero… con las consecuencias del cambio climático cada vez más evidentes, todo llegará).

También Europa, y lleva bastante tiempo, se ha ido a la playa para no pensar en una estrategia industrial que evite nuestra altísima dependencia o en los rigores del invierno sin el gas ruso. Sin alternativas, sin previsión, sin anticipación… Lo pagaremos caro.

Se suma un Ejecutivo Central cada vez más dividido, cada vez más centrado en estrategias electorales, cada vez menos resolutivo, que envía mensajes “tranquilizadores”, queriendo hacer ver que la inflación es coyuntural, que la recesión será leve, que los 20 céntimos de ayuda a los carburantes son suficientes para paliar el impacto real de todos estos acontecimientos, como si no pasara nada. Nos quieren embaucar con discursos de prestidigitador, tratándonos como a niños pequeños a los que es más prudente no decirles la verdad, para proteger su inocencia.

Llegados a este punto, quienes observamos la evolución del entorno económico, tanto a corto como a medio plazo, no salimos de nuestro asombro de que tenga que ser una ministra de ¡Defensa! la que nos alerte de que el invierno va a ser muy duro. No somos pesimistas, somos realistas, y debemos exigir estar informados para poder adoptar las decisiones correctas y enfrentarnos a un futuro lleno de graves amenazas, entre ellas, la de una recesión.

Nos tocará vivir tiempos inciertos, que deberemos afrontar con trabajo, aunque a veces también haga falta suerte, anticipación, y sacrificio, mucho sacrificio. Desde la Confederación Empresarial de Pontevedra pedimos, al menos, que se haga cuanto sea posible para que las ayudas prometidas a las pequeñas y medianas empresas de los fondos Next Generation lleguen hasta sus destinatarios. Con el esfuerzo de todos tendremos más oportunidades de superar esta coyuntura y salir adelante, pero por favor, seamos responsables con lo que hacemos, pero también con lo que decimos.

*Presidente de la Confederación de Empresarios de Pontevedra

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