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Luis Carlos de la Peña

Sánchez y la Internacional Socialista

A un año de cumplir su primer centenario, la Internacional Socialista (IS) nacida como Internacional Obrera y Socialista (IOS) se dispone a renovar su presidencia. Pedro Sánchez y el PSOE llevan tiempo trabajando por ese objetivo. Después de años de atonía, víctima de la globalización desregulada y la connivencia con los intereses de los grandes grupos empresariales, la socialdemocracia tiene ante sí una oportunidad y una tarea que acometer. Los desheredados de la tierra, los migrantes, los desempleados, los jóvenes, las clases medias empobrecidas, las sociedades envejecidas, las políticas de género y de redistribución de rentas, el estado del bienestar o la multilateralidad de las relaciones internacionales; el cambio climático, la paz, la libertad y la democracia necesitan quien las articule, integre en un discurso realista y promueva su defensa. La socialdemocracia, por su tradición y presencia en el mundo, está en inmejorable posición para asumir sus responsabilidades globales.

Los tiempos, no obstante lo dicho, no hacen concesiones. Las ideologías, como conjuntos argumentativos lógicos y razonados, han perdido buena parte de su antiguo atractivo. En las sociedades se ha instalado una sensación de inquietud y provisionalidad que apela más a la inmediatez y al sálvese quien pueda que a los compromisos colectivos y las reformas graduales. La apelación general a los derechos individuales se traduce en la práctica en recortes de esa misma libertad pregonada y el terreno ganado por las coberturas públicas en sanidad, educación o servicios sociales se ven enajenadas en favor de los intereses de las corporaciones privadas.

La IS está en disposición de elevar una voz global y diferencial que influya en las luchas por la hegemonía económica y tecnológica mundial. El pulso entre los Estados Unidos de América y China junto a la pluralidad de conflictos locales, réplicas o no de aquel choque de grandes placas tectónicas, precisa de voces y visiones capaces de presentar escenarios alternativos, donde la cooperación le dispute a la competencia su actual ascendiente.

Ha logrado Pedro Sánchez que los perfiles de su liderazgo favorezcan sus opciones para encabezar la IS. Si a Felipe González le coincidieron los tiempos de las grandes figuras de la socialdemocracia –Palme, Brandt o Mitterrand– y Zapatero no pasó de ser una referencia política estrictamente local, el actual presidente de gobierno español se ha labrado un estilo dinámico, luchador y ambicioso del que la IS parece muy necesitada.

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