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Tras las huellas del autor de “Mi Pontevedra amada”

Alfonso Lois Sancho fue el compositor de la canción más popular de su tiempo, considerada el himno de la ciudad y hoy casi olvidada

Partitura de “Mi Pontevedra amada”, adaptada por Manolo Rey para la coral O Chopo. FdV

“Mi Pontevedra amada / ciudad encantada / lindo jardín…” Hace tres meses que quise conocer el nombre del autor de esta popularísima canción en otro tiempo lejano, con la finalidad de rendirle el tributo debido. Su segundo verso inspiró el título del último libro recopilatorio de estas crónicas De Vuelta y Media, “Pontevedra, ciudad encantada”. La sorpresa fue mayúscula al comprobar que resultaba desconocido entre musicólogos y melómanos.

Tras las huellas del autor de “Mi Pontevedra amada”

Unos apuntaron a Juan Touza; otros a Agustín Estévez. Cuando el empeño creció por identificar al misterioso compositor, surgió el nombre de José Luís Pita Romero, director del Coro del Instituto a principios de los años 40. Finalmente, todas las pistas condujeron al apellido Lois; José, según unos, Adolfo, según otros, hasta dar al fin con Alfonso Lois Sancho.

De casta le venía al galgo, porque era hijo de Rogelio Lois Estévez. Providencial impulsor de los carnavales del Urquín, defensor a ultranza de las Ruinas de Santo Domingo y fundador de la Sociedad Protectora del Obrero. Todo esto y más hizo su padre, distinguido pontevedrés que dio nombre a la plaza de las Cinco Calles en el casco antiguo. Alfonso quizá no llegó a tanto, pero honró su apellido sin duda.

“Su continente es grave y bien medido / silencioso, callado y bienandante / pasea Pontevedra. Es su talante / fino, pulcro, sereno y contenido / De azul de ceremonia va vestido / y es su gesto el preciso en cada instante…” Esta semblanza en forma de soneto le dedicó Aquilino Iglesias Alvariño, inmejorable tarjeta de presentación para calibrar la significación del oculto personaje.

Alfonso Lois Sancho trabajó toda su vida como funcionario de la Secretaría del Ayuntamiento, como antes lo hicieron su padre, su abuelo e incluso su bisabuelo. Humorístico, epigramático y lírico, dominó múltiples registros poéticos, unas veces con su nombre y otras con seudónimos como Liso, Osil o Lios, jugando siempre con las cuatro letras de su apellido. Y luego estuvo su faceta nada despreciable de músico y compositor. O sea que cultivó con la misma inspiración tanto la pluma como el pentagrama.

Tras las “Coplas del Tercio pontevedrés” y “Viva mi compadre”, un chotis dedicado al ex alcalde Andrés Corbal, puso Alfonso Lois música a una sentida letra de Pepe Fernández Tafall y juntos firmaron “Airiños de Pontevedra”, su obra cumbre.

El estreno triunfal de esta balada gallega acaeció el 21 de septiembre de 1930 en el Teatro Principal y la interpretación a cargo de Víctor Cervera Mercadillo contribuyó mucho a su acogida clamorosa. Lois disfrutó mucho sobre el escenario, porque acompañó al piano a Mercadillo en tan celebrada ocasión. Habitualmente, solo actuaba en festivales benéficos por su reconocida modestia.

El maestro Juan Moldes también jugó un papel decisivo en la popularización de “Airiños de Pontevedra”. Primero realizó un arreglo de la pieza para adaptarla a su orquestina Celta Jazz de los años 30. Y después, hizo otra versión cambiando su tonalidad, compás y tempo, que estrenó con la Banda de Música de Pontevedra en 1960, durante un concierto en la Herrería.

“Airiños de Pontevedra” pasó por ser la mejor composición de Alfonso Lois Sancho, pero “Mi Pontevedra amada” fue su obra más popular; y quizá fue también la última pieza que escribió en plena madurez. Al parecer, ni siquiera reivindicó su autoría y sus amigos más cercanos se encargaron de adoptarla y divulgarla a los cuatro vientos, incluso hasta el otro lado del Atlántico.

Don Juan Tiburcio, miembro de una notable saga marinense, contó en vida que “Mi Pontevedra amada” se forjó en un rincón del taller de ebanistería de Germán Rodríguez en la plaza de la Verdura, donde se reunían varios amigos, entre ellos Alfonso Lois, Antonio Hereder y él mismo. Don Germán fue muy conocido por las jaulas de pájaros que adornaban aquel singular local; incluso llegó a tener en la puerta un águila atada con una gruesa cadena.

A lo largo de cuatro décadas, entre los años 50 y los 90, “Mi Pontevedra amada” se convirtió en una pieza imprescindible del repertorio popular, que abuelos y nietos, padres e hijos, cantaron juntos incontables veces. Esa costumbre decayó, como tantas otras cosas, con la llegada del nuevo siglo XXI.

La letra de la canción pasó de mano en mano en diversos formatos para facilitar su aprendizaje e incluso llegó a hacerse alguna tirada impresa. Su entonación colectiva nunca faltó en la sobremesa de cualquier banquete, comida o fiesta familiar. Su popularidad alcanzó tal nivel que llegó reconocerse como “el himno de Pontevedra”.

Unos cuantos pontevedreses aún recuerdan con emoción y añoranza el cántico improvisado de “Mi Pontevedra amada” tal día como hoy, durante la procesión de la Virgen Peregrina en su recorrido callejero.

Antonio Hereder, sempiterno miembro de la Comisión de Fiestas del Ayuntamiento durante veinticinco años, fue su gran intérprete. Nadie como él recreó “Mi Pontevedra amada” con más corazón y nadie más que él contribuyó a su engrandecimiento. La mejor forma que tuvo Hereder de homenajear a sus amigos más queridos en una ocasión especial no fue otra que dedicarles esta canción tan entrañable tras una comida opípara.

Todas las agrupaciones corales que hubo en esta ciudad durante la segunda parte del siglo XX tuvieron a gala realizar su particular versión e incluir su interpretación una y otra vez en sus respectivos programas: desde el coro infantil del Hogar Provincial, a la coral Bella Helenes.

Solamente la Coral Polifónica de Pontevedra pasó por alto esta composición en su repertorio oficial a lo largo de toda su historia, quizá por considerarla una obra menor, si bien resultaba conocida por muchos de sus integrantes, que no dejaban de cantarla entre amigos.

“Era uno de los hombres más clásicos de su época”, señaló la necrológica publicada en FARO sobre Alfonso Lois Sancho tras su repentino fallecimiento en los primeros días de 1960, cuando contaba 82 años. Sus amigos le organizaron una misa de réquiem en el santuario de la Peregrina, que encabezaron Prudencio Landín y Antonio Puig, respectivamente presidente y vicepresidente de la Diputación Provincial. Los periodistas pontevedreses lo homenajearon en la celebración de su patrón, San Francisco de Sales. Todos resaltaron su “acendrado pontevedresismo”.

Un canto a la tesis del Colón pontevedrés

“De ilustres hijos tierra / donde se encierra / la tradición, / y eres tú por ventura / patria segura / del gran Colón. / Y resplandecerá / radiante como el sol / que el insigne almirante / gloria gigante / es español.” Estas dos estrofas de vena inequívocamente coloniana, constituyeron el broche final de “Mi Pontevedra amada”, y todo hace pensar que no surgieron por inspiración divina, sino por un motivo más prosaico. Con bastante probabilidad, tales versos respondieron a un deseo claro y manifiesto de Alfonso Lois por honrar a Modesto Bará. Tres razones contundentes avalan esta lógica suposición: porque eran amigos fraternales; porque el primero no desconocía la implicación del segundo en favor de la tesis del Colón pontevedrés, siguiendo la documentación manejada por García de la Riega; y porque cuando compuso la canción, empezaba a tomar fuerza cada 12 de octubre la celebración en Pontevedra de la Fiesta de la Hispanidad. Precisamente para glosar una fecha tan señalada, Radio Pontevedra emitió en el año 1953 un programa especial titulado “Colón y España”, que tuvo mucha audiencia y notable repercusión. La emisión radiofónica contó con las intervenciones del padre jesuita Tomás Barreira (quien primero documentó en un artículo publicado en FARO la nomenclatura pontevedresa atribuida a Colón para bautizar numerosos lugares del Nuevo Mundo), y del mentado Modesto Bará, entonces el defensor más acérrimo de dicha teoría en esta capital. Ángel Gutiérrez García escribió el guion y la realización corrió a cargo de Luciano Rodríguez, director artístico de la emisora local, que puso a todo su personal al servicio del programa por empeño de su director, Pepe Hermida. La música de “Mi Pontevedra amada” parece que no faltó al final de la emisión. Sorprendentemente, las dos estrofas alusivas al Colón pontevedrés y no otras, fueron mutiladas en algunas versiones adaptadas por algunos directores de distintas corales sin ninguna justificación lógica. En unos casos, suprimieron la última estrofa y las dos estrofas en otras ocasiones, según los distintos arreglos musicales. Por ejemplo, la coral O Chopo, integrada por un entusiasta personal del Complejo Hospitalario de Pontevedra, conserva una antigua grabación sin la última estrofa. Incluso Ramón Pedrás, pontevedrés de pro, recogió la versión incompleta en su blog personal, cuando quiso preservar del olvido este himno de Pontevedra. Yo mismo cometí el mismo error e incluí por desconocimiento el poema recortado en la contraportada del libro “Pontevedra, ciudad encantada”, título inspirado y extraído de esta popular canción a modo de pequeño homenaje. Una versión íntegra y especialmente grabada para la ocasión sonó magnifica la otra noche en la cena de Amigos de Pontevedra.

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