Vivimos un momento económico de complejidad extrema para los gestores públicos y privados, también para los analistas. Confluyen un movimiento de recuperación con uno de desaceleración; una inflación como hacía décadas no veíamos en España con cambios institucionales y legales que rompen regularidades y patrones; y venimos de dos años (2020 y 2021) con cifras profundamente condicionadas por la pandemia. Por ello, comparar con el pasado o extrapolar datos puede conducirnos a error. Necesitamos prudencia y finura en los análisis, a la espera de contar con más información que permita contextualizar de nuevo.

Me temo que algunos se han precipitado a la hora de insertar los datos de empleo de julio en series estadísticas mensuales sin más, para ver en ellos el anticipo de una recesión. Sin duda, el escenario central configura un otoño complicado, si no se resuelven pronto la crisis en Ucrania y sus consecuencias sobre la energía, las materias primas o los alimentos. Un escenario que, de concretarse, se traducirá también en las decisiones sobre la contratación laboral. Pero estamos olvidando que la reforma laboral ha supuesto un cambio estructural para la contratación temporal y, de ahí, para las pautas estacionales en el mercado de trabajo español. La elasticidad del número de afiliados respecto a las variaciones del PIB y las expectativas habría caído, para experimentar menos vaivenes dentro de cada ejercicio. Por eso, por ahora comparar con datos de años previos exige trabajar con medias móviles o, al menos, tomar períodos de duración superior al mes.

En julio de 2022 la afiliación bajó en 7.366 personas respecto a junio, frente a un aumento medio de 35.852 personas en el trienio 2017-2019. Pero ese diferencial de 43.216 personas cae hasta 22.884 cuando acumulamos los datos de mayo a julio, y de ellas más de la mitad corresponden al sistema especial agrario (13.456), por el fin de las campañas agrícolas. El resto se explica, sobre todo, por lo que ocurre en administración pública, servicios sociales y educación. Las decisiones de contratación laboral en las cuatro ramas tienen muy poco que ver con las expectativas económicas. Si hablamos de hostelería, el alisado de las series es especialmente notable. Frente a un incremento de afiliados en julio 11.026 personas por debajo de la media del trienio 2017-2019, en mayo de 2022 la afiliación aumentó en 11.213 personas y en mayo en 13.327. La campaña turística y las contrataciones arrancaron antes y sigue apuntando a cifras de récord y a mejora en la calidad de los contratos.

El invierno no ha llegado todavía al mercado de trabajo español.

@SantiagoLagoP