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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los “sabios”

Está visto que en tiempos tan turbulentos como los que se viven nadie puede fiarse del todo ni siquiera de la demostrada sabiduría del refranero. Incluso de sus contenidos más aceptados hasta ahora, como por ejemplo el que asegura que “rectificar es de sabios”. Cierto que un prócer parlamentario ya se había anticipado en la advertencia al criticar a un gobierno que –dijo– “no acierta ni cuanto rectifica”, pero como fue en un debate, pasó como si tal cosa. Pero ahora retoma actualidad: el gabinete ministerial que preside don Pedro Sánchez acaba de variar el contenido de una de sus recientes disposiciones, dejar fuera del PERTE a la industria transformadora de la pesca en el reparto de los fondos.

Como ya se comentó, el “olvido” suponía una barbaridad económica y social especialmente para Galicia, y alguien debió advertir de las consecuencias. De ahí la noticia de que el asunto se reestudiaría, pero a partir de septiembre, una pérdida de tiempo que puede significar más daño para el sector. De ahí que, desde un punto de vista particular, sea más aplicable aquí lo de no acertar ni cuando se rectifica que lo otro, reduciendo casi a la nada lo de la supuesta sabiduría de quienes enmiendan sus equivocaciones. Y con respecto a este antiguo Reino, las cometen en cadena a pesar de que resultan tan evidentes que no es posible camuflarlas ni echando mano del mejor de los propagandistas.

(Por si no fuese bastante con lo de la pesca, la señora ministra Ribera, que hace muy pocos días arengaba a la población a apretarse los cinturones energéticos, en horas veinticuatro pasó de sus musas al teatro. Acaso presionada por las protestas –hasta, dice algún malvado, las del alcalde de Vigo por el asunto de las luces navideñas– anunció una rectificación en toda regla y fijó una conferencia con los responsables autonómicos, dado que a las comunidades corresponde gran parte de las competencias que doña Teresa había “asumido”. De modo que aquí tampoco cabe lo de “sabia”, más bien al contrario a la vez que ensancha los temores hacia la “transición ecológica” que capitanea su señoría).

Y es que cuando no se sabe bien la teórica, especialmente la legislativa, a la hora de la práctica de un gobernante habrá que echarse a temblar. Y si, como en este caso, es la responsable de estudiar las perspectivas, prevenir los problemas y articular posibles remedios, nada más que errores pueden esperarse. Y tanto más graves cuando, como parece este caso, la soberbia de quien se equivoca le impide admitir y, por tanto, corregir los fallos. O, aún peor, niega su existencia y descalifica –o lo que es todavía más inexplicable, le dice que “estorba”– a quienes, aun con la mejor intención y pensando en el bien común, se los señalan.

Volviendo al refranero, aunque en esta ocasión para subrayar su acierto, cabe aplicarle a algún que otro –u otra– integrante del gabinete del señor Sánchez, especialmente a los/as que les gusta pontificar dando supuestas lecciones de moral pública o recetas económicas, aquello del “maestro Ciruela, que no sabía leer y quiere escuela”. Una forma de describir a los que, por falta de conocimientos –como diría Pero Grullo– no sólo no son “sabios”, sino más buen conocidos como “sabihondos”, precisamente por su petulante ignorancia revestida de falsa cultura y ausencia de ideas. Y de eso sí que abunda en no pocos sectores de la coalición gobernante.

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