Opinión

Cuando llegó el teléfono

Estaría bien que los itinerarios urbanos para mostrar la ciudad, que tanto aportan al conocimiento de Vigo, dedicasen un tiempo a la calle de Antonio López de Neira. No tanto por los elementos arquitectónicos reseñables, como el antiguo Cine Vigo, el edificio del Círculo Católico de Obreros o el puente que cruza la calle Progreso, como por el propio personaje que le da nombre. Antonio López de Neira, lugués de nacimiento, que fue alcalde de la ciudad, presidente de la Diputación y quien trajo a Vigo al personaje más importante de su tiempo, Cánovas del Castillo, que pronunció una conferencia sonada en el Círculo Mercantil, fue más que un político y empresario de éxito.

Descolló por las iniciativas que contribuyeron a modernizar la ciudad. Fue el primero que trajo la luz eléctrica a Vigo, en 1880, tres lustros antes de que llegase oficialmente (diciembre de 1896). Y se le atribuye haber instalado el primer teléfono, aunque este dato no está contrastado. La verdad histórica prueba que el teléfono llegó a Vigo en 1889. Lo corrobora esta gacetilla del 28 de julio: “Es muy posible que mañana comience a funcionar el teléfono con algunos abonados”.

Debían ser contados. La mayoría empresas, una de ellas FARO DE VIGO, que daba a conocer su número el 5 de septiembre. Era el 19. Con el teléfono, la ciudad daba un paso trascendental en su desarrollo social.

Pero antes que nadie fue López de Neira quien se interesó por las tecnologías que suponían el progreso, y de ahí el interés del personaje y de que su biografía merezca ser comentada como un dato relevante de la vida de Vigo.

En particular por la llegada del teléfono, cuya repercusión actual es inmensa desde la invasión de los “móviles” o smartphones. Basta echar una ojeada alrededor para comprobarlo. Los móviles son un apéndice de las personas.

Primero se utilizaron como una innovación, para hablar. Pero en la última década se ha producido un fenómeno que cambia la función. La proliferación de los móviles ha eliminado los teléfonos fijos. Ya no quedan cabinas en las calles, y en las casas están desapareciendo.

Pero no se ha detenido la evolución de las formas de comunicación. Lo más significativo es que se habla menos. Las nuevas generaciones han dejado de utilizar el teléfono al modo clásico, para comunicarse de palabra. No conversan, ni siquiera utilizan las videollamadas, se relacionan con mensajes o audios por WhatsApp.

"Antes que nadie fue López de Neira quien se interesó por las tecnologías que suponían el progreso"

Hace unos días se publicó en estas páginas un reportaje, basado en una encuesta, en el que expertos en comportamiento de adolescentes y jóvenes explicaban por qué la actual es la generation mute, la más silenciosa, que se comunica a través de signos o pequeños textos. Incluso se considera las llamadas como una invasión de la intimidad. Y el comportamiento de los jóvenes arrastra a los mayores.

Es la antítesis del pasado en que la conversación era tan valorada, desde los griegos, cuando los maestros peripatéticos la manejaban para transmitir los conocimientos y los sentimientos, al gran hallazgo del teléfono en que se consiguió hablar a distancia.

Están desapareciendo las antiguas formas de relacionarse.

La llegada del teléfono a la ciudad fue un acontecimiento importante que la evolución de la tecnología ha rebajado, porque ha perdido la funcionalidad que tuvo cuando la comunicación verbal a distancia fue uno de los mayores avances de la sociedad.

La modernidad ya no es el teléfono, vocablo que empieza a ser un arcaísmo, es el mensaje a través del móvil que practican las nuevas generaciones, que son las que marcan las tendencias.

Pero no se puede olvidar la historia. Por eso, los guías de los recorridos urbanos que muestran Vigo no deben pasar de largo ante la calle de López de Neira, sino detenerse ante su placa y explicar lo que significó este personaje, impulsor de las nuevas tecnologías, y a quien se atribuye la llegada del teléfono en fecha indeterminada.

Pero recordando el dato comprobado: fue el 29 julio de 1889 cuando en la ciudad comenzaron a sonar comunitariamente los teléfonos entre unas docenas de usuarios.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents