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Salvador Fraga opinador

La escala humana y los grandes números

Gime Galicia. Ardieron bosques, campos, viviendas y alguna ermita. En A Veiga de Cascallá y Folgoso do Courel se quemaron casas no lejos de santuarios naturales como la Serra da Enciña da Lastra o la Devesa da Rogueira. Las cubiertas calcinadas explicitan la embriaguez de las llamas, explicitan la escala humana del desastre medioambiental. Sea por lo que sea, la épica de estas imágenes ofrece más conocimiento que los grandes números de miles de hectáreas quemadas.

Estamos acostumbrados a que los mayores quebrantos de nuestro tiempo se despachen (enunciado y solución) envueltos en un polvo de dígitos, en grandes números. Bien sea: hectáreas calcinadas, decenas de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono en emisiones a la atmósfera, inmensas cifras de gastos en euros, o las futuras velocidades extremas de internet en megabits por segundo. Cuanto más inquietante es el mensaje más lo enfatiza un gran número.

Sin embargo, algo no marcha bien en esa dirección. El significado literal de un gran número escapa al común de los mortales, siendo así que, sin querer, provocan el efecto contrario: en vez de ilustrar, anestesian. ¿Realmente, ante la magnitud de los grandes acontecimientos en curso tanto a escala global como local, estamos manejando escalas de valores? ¿Entendemos la simple escala de medir? Y, siendo más precisos ¿en qué rincón olvidado quedó la escala humana?

A mediados de los años veinte del siglo pasado, Ruth Matilda Anderson documentó en sus fotografías una Galicia trabajada piedra a piedra, acariciada de mano en mano, atendida terruño a terruño. Documentó en cuclillas, tocando suelo, las estrecheces cotidianas, aquella precariedad amable en medio de míseros medios. En sus imágenes tanto del campo como del interior de aquellas viviendas sombrías, ante todo, sobrevuela, anida, la escala humana.

“El campo es tierra trabajada, la ciudad es tierra trabajada; no son cosas tan distintas en Galicia”

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Tierra es un estado natural. Campo es lo que ha sido trabajado. La distinción fundamental entre campo y tierra es la determinación humana de vivir. Hoy, se llama sobrevivir. Antes, la cosmología de las labores agrícolas fue el acto sustantivo, diferenciador, que dejó huella de un esfuerzo milenario. Ahora, el nuevo milenio selló una cosmología de doble perfil, global y local. Global (ya se ve claramente) es algo que se deja llevar despreocupado. Y así, resulta local tan sólo quien no abandona la posición; la actitud consciente es local; la escala humana es local.

En 1793, se definió el metro como una diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre. Una invitación (paradójicamente ilustrada) a escapar del cuerpo humano y abrazar el cuerpo del planeta. En la braza, la vara o el pie se reconoce el disfraz humano mientras el metro, figura sideral, aleja y distancia. Tras la revolución industrial, poco a poco, la escala humana se fue tornando más invisible. Naturalmente, esto no fue siempre así.

La antigüedad clásica no perdió el tiempo: para medir fijó equivalencias útiles del cuerpo humano. La Venus Esquilina en cabezas; el impulso gestual del Discóbolo microprocesa una rotación; la Tribuna de las Cariátides modula (como el coro en la tragedia) ritmo y secuencias. En el Renacimiento, Leonardo da Vinci dibuja el hombre de Vitrubio (nunca apareciera grafiado). En la modernidad, Le Corbusier idea el Modulor, un sistema antropométrico basado en las proporciones del cuerpo humano. La vida es antropométrica.

Los grandes números, si bien no se equivocan, los humanos no siempre caemos en la cuenta de qué nos dicen, de qué nos proponen. Son la gran Moby Dick de nuestros días. Expliquémonos de un modo más diáfano dando un vuelco a la razón y, así: tomar como unidad de medida a nuestro semejante; tomar como unidad de medida la significancia de las cosas próximas; tomar como unidad de medida la sección constructiva del detalle humano.

El campo es tierra trabajada, la ciudad es tierra trabajada. No son cosa tan distinta en Galicia, quizás habría que empezar por encontrar la escala humana de la suma.

*Arquitecto

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