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Luis Carlos de la Peña

‘Descentralizaçao’

Entre las paradojas que el nacionalismo gallego ofrece –nadie está libre de pecado– destaca su fascinación por Portugal. El país vecino, a veces hermano, extensión hasta el Duero del viejo reino perdido y alguna vez añorado, se caracteriza por un muy alto grado de centralismo, inusual entre los países de la Unión Europea y en el extremo opuesto de nuestro Estado autonómico.

En días pasados, el Gobierno del primer ministro socialista, António Costa, ha presentado un conjunto de medidas para su aprobación en el Parlamento dentro del debate sobre el estado de la nación. Entre ellas, el acuerdo alcanzado días antes entre el propio Gobierno portugués y la Asociación Nacional de Municipios Portugueses (ANMP), para transferir a los ayuntamientos determinadas competencias y recursos en educación y sanidad. El documento fue respaldado por los diputados del PS, PSD e independientes. La ministra de Cohesión Territorial, Ana Abrunhosa, calificó el acuerdo de “maior reforma administrativa dos últimos anos”; el jefe de gobierno, António Costa, enfatizó: “Tráta-se da mais ousada decisao en termos de poder local da era democrática en Portugal”.

En el país luso la regionalización es un asunto latente, pero no acaba de ocupar las agendas de la clase política. Existe, además, la espita de las autarquías, los poderosos ayuntamientos que son la envidia económica de nuestras administraciones locales. El alcalde de Oporto, el independiente Rui Moreira, encabeza el movimiento de la regionalización, aunque quizá solo aspire a obtener más poder –competencias y recursos con que financiarlas– para la segunda ciudad del país, la que él gobierna. Moreira ya pidió en la formación del último gobierno de António Costa, tras las elecciones generales, el nombramiento de ministros sensibles a la tarea descentralizadora.

"En Portugal la regionalización es un asunto latente, pero no acaba de ocupar las agendas de la clase política"

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Hace años que en España se cercenó el debate de la financiación municipal. Las autonomías van completando el cuadro de transferencias y los recursos necesarios para su implementación, pero la administración local, amén de convertirse en un cajón de sastre de competencias impropias sin apenas financiación aneja, no acaba de perfilar su peso y proyección política: la Europa de las ciudades.

En Portugal, país de maneras suaves, la descentralizaçao se asemeja más a una cuestión administrativa que política. Alberto Caeiro, uno de los heterónimos de Pessoa, ya escribía que “O que é preciso e ser-se natural e calmo/Na felicidade ou na infelicidade,/Sentir como quem olha,/Pensar como quem anda”.

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