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Enrique López Veiga

El litigio marítimo con Marruecos

Los marroquíes son gentes estupendas y siempre deben tener la puerta abierta en España, pero sus gobiernos no se han comportado amistosamente y siempre han intentado aprovecharse de los momentos de debilidad de nuestro país, es decir se han comportado con frecuencia de manera inamistosa cuando no hostil. Si repasamos la historia en los últimos setenta años, podemos constatar que la última guerra que libró España fue por el enclave de Ifni, donde el padre del actual monarca apoyó activamente las bandas armadas que intentaban invadir dicho territorio y el del Sáhara Occidental. Posteriormente, España lo cedió a Marruecos y no sirvió de nada.

En pleno proceso de descolonización del Sáhara Occidental y aprovechándose de la debilidad de España cuando Franco se moría y Juan Carlos I trataba de afianzar la democracia en España, Hassan II organizó la famosa Marcha Verde, una invasión en toda regla del Sáhara, que fue condenada por Naciones Unidas. A ello siguió la ocupación ilegal de este territorio por un gobierno no democrático hasta hoy y donde las acusaciones de violaciones de los derechos humanos ejercidas sobre todo contra los saharauis son el pan nuestro de cada día.

El actual monarca ha utilizado en reiteradas ocasiones la presión contra España mediante minimarchas verdes como han sido las invasiones de las fronteras de Ceuta y Melilla de todos conocidas. La historia enseña que no son las tácticas de apaciguamiento las que deben utilizarse contra gobiernos que utilizan medidas contrarias al derecho internacional, sino que lo que se debe de mostrar es firmeza y resolución para indicar al transgresor que estas medidas no se van a tolerar y existen muchas posibilidades de retorsión que no tienen por qué ser la confrontación mediante la fuerza.

La reciente política del presidente Sánchez no va en la buena dirección. Aunque la opinión de nuestro presidente sea que la solución del conflicto del Sáhara Occidental pase por una más que dudosa autonomía de ese territorio bajo soberanía marroquí, ya que Marruecos no es una democracia, esto no es posible bajo el derecho internacional vigente, pero sería además contrario a las sentencias del Tribunal General de la Unión Europea, que son vinculantes para España.

"Contra gobiernos que utilizan medidas contrarias al derecho internacional, lo que se debe mostrar es firmeza y resolución para indicar al transgresor que estas medidas no se van a tolerar"

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Pero lo peor es que a cambio de una carta que no vincula jurídicamente más que al que la firma, España no ha obtenido nada. Los litigios con Marruecos están lejos de estar resueltos y aflorarán en cualquier momento. El primero de estos litigios es el contencioso marítimo de fronteras y jurisdicciones que va a surgir tarde o temprano. En primer lugar en el Sáhara Occidental, ya que queda muy claro desde las reiteradas resoluciones de Naciones Unidas que Marruecos no es la potencia administradora de ese territorio, sino que lo es España a pesar de haber renunciado a ello en 1976, y por lo tanto Marruecos no tiene jurisdicción sobre las aguas del Sáhara, es decir, no puede apresar ningún buque pesquero español ni de ningún otro país. Este conflicto surgirá entre España y Marruecos más pronto que tarde.

Por otro lado, es necesario delimitar los límites de las aguas territoriales y la plataforma continental y no solo en lo que hace referencia a Canarias, sino también en las aguas del norte de Marruecos. El derecho internacional (Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar) establece que la extensión del mar territorial es de doce millas y que la delimitación entre países vecinos debe establecerse siguiendo la línea media. Pues bien, sin entrar en el problema de establecimiento de zonas económicas exclusivas, que también hay que hacer, España no solo tiene soberanía sobre Ceuta y Melilla, sino también sobre una serie de islotes: Perejil, peñón de Vélez de la Gomera, islotes de Alhucemas, isla de Alborán e islas Chafarinas.

Se puede discutir si estas islas tienen o no derecho a zona exclusiva (Ceuta y Melilla sí) pero estas islas, sin duda, tienen derecho a las doce millas del mar territorial que hay que limitar ya por parte de España y luego discutir desde esa posición los problemas de delimitación con Marruecos. Si alguien tiene curiosidad en comprobarlo sobre un mapa, se dará cuenta de que una parte considerable de las aguas de la costa norte marroquí caen bajo la soberanía española, porque el derecho internacional vigente así lo dispone. Por ejemplo, una buena parte de la bahía de Alhucemas cae bajo jurisdicción española. Son áreas de importancia pesquera y son nuestras en virtud del derecho internacional vigente.

Hay que delimitar la jurisdicción y no esconder la cabeza como los avestruces. Marruecos como siempre intentará que el derecho internacional no se aplique. Al tiempo.

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