Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Guerra

El impacto negativo en prácticamente todos los factores que determinan la situación económica y financiera en un momento determinado que provoca una guerra en suelo europeo de dimensión impensable aún hasta hace pocos meses debería hacernos pensar que habría que orientar toda nuestra inteligencia y capacidades en tratar de acabar de una vez con esta situación de destrucción y desorden.

Para empezar, creo que estamos perdiendo el foco de las causas que originan esta situación tan excepcional. Tenemos que aceptar por su evidencia que se trata de una invasión de un vasto país, el de mayor superficie en el planeta como es Rusia, a otro país no pequeño y con una importante población como es Ucrania. Es verdad que a ambos países les ha unido la historia en múltiples ocasiones que incluso se han confundido como uno solo, por la presencia de una parte significativa de personas originarias de Rusia cuyos lazos han permitido la utilización del idioma ruso en una parte significativa del territorio ucraniano.

Ahora bien, los deseos de tener un futuro propio e independiente de Rusia, por parte de Ucrania, no debería tener como consecuencia la invasión por motivos expansionistas e impedirles vivir como su población desee, orientándose en este momento de la historia hacia Europa, donde creo que los ucranianos han visto que podrían estar en un entorno político y socio-económico, armónico y avanzado, frente a la exacerbación ultra nacionalista a la que apela los dirigentes rusos, incluso llegando a la grandeza de los zares, en los tiempos que vivimos.

Tenemos que encontrar los cauces para inducir el entendimiento y creo que en la sociedad civil deberíamos asumir nuestra responsabilidad de tratar en Europa y particularmente en España de influir insistentemente en nuestros dirigentes para lograr acabar con la guerra y consiguientemente con el sufrimiento que padecen los pueblos de Rusia y Ucrania que, aportando muertos contantes y sonantes, tienen un coste mucho más allá que el daño economico que estamos sufriendo todos.

No se trata de buenismo, sino de nuestro interés para garantizar nuestro futuro, dado que hemos empezado importantes transiciones en el mundo socioeconómico de esta parte del mundo más avanzada que es Europa y tenemos que acabar con el despilfarro que provoca la destrucción, la muerte, las sanciones y el más que evidente empobrecimiento de los pueblos de Europa por una guerra “testosteronica” inútil.

*Economista

Compartir el artículo

stats