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Billar económico

La economía al igual que el juego del billar a tres bandas consiste en hacer carambolas que se producen cuando una bola golpeada impacta sobre las otras dos en la misma jugada, haciendo que el jugador sume puntos. Con las turbulencias económicas, todo el mundo está observando el juego y buscando culpables de cada desviación actual o futura que puede producirse y para ello se cuentan como jueces del juego a doctos tertulianos que no se cansan de hablar sobre que estamos en recesión cuando saben de sobra que afortunadamente aún estamos en crecimiento y la recesión se produciría, si en el próximo futuro se sufriera disminución del producto interior bruto en tres trimestres consecutivos, pero los responsables de la política económica, nacional o transnacional saben que hay que de seguir jugando e intentando hacer carambolas.

La correlación de impactos en las bolas del juego es la que determina la solución y cada movimiento tiene su propia consecuencia y por tanto condiciona a quien tiene que seguir jugando. El que acierta en el golpe, es el que seguirá jugando, hasta que se produzca un fallo y el lance pasa al segundo jugador y así sucesivamente.

Las bolas dispuestas en la economía, como la inflación, los tipos de interés, la demanda interna, el empleo, el endeudamiento, el ahorro, los impuestos, el comercio exterior, el dinero en circulación, la producción de bienes y servicios, sin contar con guerras, problemas logísticos, acceso a las materias primas, el mercado internacional de productos energéticos y un largo etc. son las bolas con las que tienen que lidiar a diario los responsables de las políticas económicas, cada vez más con un claro efecto transversal que afecta a la estructura internacional por la economía global.

Los jugadores saben jugar sus partidas de acuerdo con cómo tengan situadas sus bolas y actúan en consecuencia; no obstante, las posibilidades combinatorias son muchas y sobre todo contienen un alto grado de incertidumbre por tanto la cautela a la hora de golpear la bola es mucha porque, si no aciertan, han de dejar al próximo jugador que lo intente, pero irá perdiendo la partida.

Aquí es donde aparece el que quiere jugar, pero no está aún la partida y augura fallos a los jugadores metidos en faena, pero con claro objetivo, desear que fallen y sobre todo jugar la baza de “ya lo dije yo”.

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