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Juego de tronos

Los gobiernos necesitan, y quieren, presupuestos, por Albert Sáez

Encuentro entre Pedro Sanchez Joe Biden en el Palacio de la Moncloa . David Castro

En los tiempos de la vieja política, los gobiernos se jugaban su futuro en la aprobación de los presupuestos. Los pactos de gobierno o parlamentarios giraban entorno a los grandes trazos de las cuentas públicas mientras que en el resto de las leyes se permitían todo tipo de escarceos. La nueva política vive permanentemente convulsionada y entretenida en cualquier detalle de menor importancia porque, desde la crisis del 2008, los presupuestos son, fundamentalmente, un asunto europeo. Pero este año, la inflación lo trastoca todo. Los expertos consideran que es inviable gestionar un incremento del IPC de dos dígitos con los números hechos antes de la invasión de Ucrania. Y, encima, España tiene un diferencial de dos puntos respecto a la zona euro en materia de incremento de precios, de manera que alguna acción específica deberá hacer. El contexto de la UE es contradictorio: las reglas fiscales se han relajado un año más, pero los tipos de interés encarecen la deuda y aunque no haya restricciones al déficit si habrá un límite en los intereses que somos capaces de pagar. En caso contrario, regresará la presión de la prima de riesgo que ya sabemos que es de una enorme incomodidad en las relaciones entre Madrid y Bruselas.

Sánchez mira a la izquierda

Pedro Sánchez llega a la carpeta presupuestaria tras darse una ducha escocesa durante el mes de junio en el que ha sentido el frío de la derrota en Andalucía y el calor de la cumbre de la OTAN que ha sido un éxito incluso para Feijóo. Pero tras los fastos llega el dramático día a día de la lucha contra la inflación para la que necesita aprobar unos presupuestos. ¿Con quién? Para empezar, el compromiso adquirido con Biden le obliga a incrementar el gasto de defensa. Y sus socios de gobierno ya han dicho que no. Con ellos solo tiene una ventana de oportunidad: incrementar el déficit para que ese mayor gasto en armamento provenga de un crecimiento neto del gasto, no de un cambio de partidas. Si superara ese primer escollo, el segundo sería recuperar a Esquerra como socio parlamentario. Para ello es decisivo lo que pase este mes de julio. La cúpula republicana decidió en Suiza darle una nueva oportunidad siempre que haga algún gesto de distensión más en el tema Pegasus y haya algún avance en la mesa de diálogo. Las posibilidades son pocas. Pueden intentar recuperar para la agenda legislativa la reforma del delito de sedición o ahondar en algunos aspectos de la derogación de la ley mordaza pero por esa vía ya se está viendo con la ley de memoria histórica que Esquerra ha perdido sensibilidad como tampoco la tiene por la transferencia de competencias. Además, el debate en la Moncloa es si la reconciliación se tiene que escenificar antes o después del debate del Estado de la nación. Es decir, esta semana o a finales de mes. La primera opción complica la dialéctica con el PP, la segunda puede ser que llegue tarde. Atentos a los próximos movimientos y a los gestos de unos y otros.

Giró también quiere presupuesto

El conseller de Economia, Jaume Giró, también ha manifestado esta semana que su voluntad es aprobar unos presupuestos para el 2023 y, de entrada, no se ha querido cerrar ninguna puerta, incluida la del PSC. Con Puigdemont fuera de la presidencia de Junts y Laura Borràs debilitada, Giró quiere encarnar ese punto medio de pragmatismo y radicalidad que busca la formación tras su congreso y no quiere permitir que le pase como el año pasado cuando en el tramo final de la aprobación de las cuentas con los Comuns tuvo que quedarse en la cocina por los brotes de activismo de su propia formación. El conseller sabe que, según que pase en los tribunales europeos, las relaciones de Junts con el socialismo pueden cambiar radicalmente tanto en Barcelona como en Madrid en otoño, a tiempo de salvarse recíprocamente las cuentas y bajar las cesiones a Esquerra de unos y otros. Adquirir ese papel le abriría definitivamente la puerta del liderazgo de Junts en el gobierno y en unas futuras elecciones una vez ha declinado participar en la batalla electoral de Barcelona con la que le habían tentado. Junts arranca una nueva etapa el próximo 17 de julio tras la celebración de la segunda parte de su congreso en la que busca conjugar esas dos almas, pero la realidad es que la habilidad de Jordi Turull en el manejo del aparato del partido y la oportunidad de la apertura de juicio oral a Laura Borràs por parte del TSJC dejan libre el camino a recuperar el espacio de la vieja Convergència coincidiendo con la lenta rehabilitación de Pujol.

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