Es posible, e incluso probable, que a la amplia legión de autoproclamados defensores del medio ambiente, e incluso los que lo son de verdad, no les quede otro remedio que plantearse al menos un par de reflexiones. Una, acerca de lo que puede haber influido su actitud, a la hora de decidir ENCE la apertura de otra fábrica en As Pontes, con una inversión superior a los trescientos millones de euros y la correspondiente creación de empleo. La segunda, para quienes, desde el Ayuntamiento de la capital, han mantenido durante muchos años el eslogan del “peche xa” con más tópicos que razones, y más desde que España ingresó en la UE y asumió su normativa, incluyendo la ecológica que habría llevado al cierre de la factoría en el caso de fuese incumplida.

En ese sentido –y desde una opinión personal–, la tozudez del Bloque, y los cambios de opinión de su socio minoritario el PSOE, han contribuido a la pérdida de una oportunidad para que la capital de la provincia suroeste dejase de ser ciudad dormitorio. Y lo que es peor, sin otra actividad dinamizadora que la comercial –en declive– y lo poco que producen, en términos económicos, las visitas turísticas de grupos abundantes, pero relativamente reducidos, de turistas y paseantes. Porque a día de hoy sus instalaciones industriales de cierto peso se cuentan con los dedos de una mano, el campus universitario podría haber sido mayor y mejor y la apuesta por una ciudad “para bien vivir”, modelo de su alcalde, está por ver si resiste los temporales que se esperan.

(Conste que la mera incógnita ya es de por sí un riesgo en la medida de que, si falla, a medio y largo plazo los daños directos serán muy graves y los colaterales, otro tanto o más. Es cierto que hay estadísticas –y resultados electorales– que parecen dar razón al señor Lores y a su proyecto y también lo es que la ciudad ha resistido dos grandes crisis, la financiera y la sanitaria. Pero, siempre desde un punto de vista particular, la propia fisonomía de la capital –con las carencias señaladas– la hace resistente a algunos desafíos pero no para afrontar problemas que afecten de lleno a una parte de la población, los jubilados, y a otros que ahora mismo están obligando a los jóvenes a irse a trabajar a otra parte. Por esos y otros motivos la ciudad –y comarca– precisa economía dinámica.

Con pleno respeto a las opiniones en contrario, la fábrica que proyecta ENCE para As Pontes, si finalmente se hace realidad, sería de mayor importancia para Pontevedra que para la villa coruñesa. Por un argumento sobre cualquier otro: cumpliría una demanda que durante años se ha planteado en Lourizán, sin éxito: el cierre del ciclo productivo de la factoría actual, sobre todo en un momento en el que el precio del papel había subido de forma exponencial y hacía de esa parroquia probablemente una de las que mejores expectativas planteaba. Pero, si las cosas siguen como hasta ahora, con don Miguel Angel alegrándose de que ENCE crezca en otro sitio porque “así se irá de aquí” es, aparte de inexacto todavía, más bien preocupante.

Aunque resulte obvio subrayarlo, es evidente que a menos de doce meses de las elecciones municipales, la decisión que salga de las urnas será, en términos ciudadanos, inapelable y legítima. Especialmente cuando se dan dos circunstancias: una, indiscutible, que los pontevedreses saben perfectamente cuál es el “modelo Lores” y si lo respaldan no hay más que hablar. Otra, que es muy probable que, aún si antes falla el Supremo el recurso pendiente, y lo hace en favor del “peche”, sus efectos no se notarán todavía en las elecciones y por tanto el resultado será previsible. Y no sólo, conste, por el hecho de que la coalición tendría esa ventaja, sino porque su rival principal, el PP, parece no haberse enterado aún de que la campaña –aunque se diga “pre”– lleva meses en marcha.