Los inesperados y aplastantes resultados de las recientes elecciones andaluzas han generado todo tipo de reacciones. Pero son pocas las opiniones que se emiten con objetividad. Casi todas ellas están impregnadas por los intereses particulares de los contendientes, lo cual se traduce generalmente en que se ve la paja en el ojo ajeno y se omite la viga en el propio. Las opiniones más relevantes son las de los medios de comunicación los cuales suelen expresarlas en su editorial que responde generalmente a la tendencia política que defiende el medio en cuestión.

A casi nadie se le oculta que el diario El País apoya políticamente al PSOE, razón por la que, a la vista del batacazo que se había llevado aquel partido, sentí la curiosidad de ver cuál era su valoración de las elecciones andaluzas. Además de sus titulares, leí el editorial y en él se decía, entre otras cosas, que el resultado refuerza a Alberto Núñez Feijóo. Se exponía que con la mayoría absoluta andaluza en la mano, el presidente del PP tiene dos caminos: aprovechar esta victoria para acelerar el desgaste del Gobierno de España, aunque sea a costa de España –no sería la primera vez que su partido elige esa vía–, o interiorizar un resultado histórico y aceptar de verdad pactos con La Moncloa para renovar la justicia, impulsar las medidas contra las consecuencias de la guerra y evitar las disonancias en política exterior.

Coincido en que el resultado electoral de Andalucía refuerza a Núñez Feijóo. Pero también supone un notable refuerzo político para el PP e implícitamente y en la misma medida un debilitamiento de Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno. En este punto, la exposición del editorialista cambia, sin embargo, el paso y, en lugar de atribuir todo o parte del fracaso al secretario general del PSOE, echa balones fuera difuminando las responsabilidades, sin nombrar en ningún caso al presidente del Gobierno. Dice textualmente: “El resultado es un desastre para la izquierda. El PSOE aguanta, pero pierde tres escaños. Tras 36 años de gobiernos en San Telmo, y una feroz batalla por el poder interno protagonizado durante años por Susana Díaz, el relevo de Juan Espadas llegó tarde, sin pulso y funcionó como diana obvia del desgaste de los socialistas andaluces”.

A mí, más que detenerme en ese desesperado intento de “salvar al soldado Sánchez”, me interesa reflexionar sobre los dos caminos que, para los que piensan igual, tiene ante sí el presidente del PP. Y ello por las siguientes razones.

En primer lugar, no sé a ustedes, pero a mí me resulta sorprendente que se opte por señalarle a Feijóo los caminos que le abren las elecciones andaluzas y que, en cambio, los que eso suponen se olviden por completo de mostrarle los suyos a Sánchez, que fue el verdadero perdedor y el responsable último de tan sonoro fracaso electoral.

"La opción de desgastar al PSOE incluso a riesgo de dañar a España es impropia de un político como Núñez Feijóo"

Los que piensan de esa manera se olvidan también de recordar –aunque solo fuese para aparentar un mínimo de imparcialidad– que, desde que Feijóo es presidente del PP, Pedro Sánchez llamó a los militantes del PP “mangantes” (el 18 de mayo de 2022) y les reprochó expresamente que “estorbaban” (7 de junio de 2022). Lo cual invita a preguntarse si los que creen sinceramente que la opción de aceptar de verdad pactos pueda llegar a ofrecerla alguien que califica a sus adversarios políticos como “mangantes” y considera que le “estorban”.

Pues bien, quienes lo sostienen podrían haberse ahorrado los dos caminos que muestran a Feijóo. La opción de desgastar al PSOE incluso a riesgo de dañar a España es impropia de un político como Alberto Núñez Feijóo. Cualquiera que haya seguido la trayectoria del líder gallego sabe que es un patriota que en ningún caso sacrificaría el interés de España en beneficio de su interés personal, cosa que, en cambio, no todo político puede decir.

Pero sobre todo es lo suficientemente inteligente y capaz como para asegurar que tampoco se apuntará a ciegas a una política económica descabellada, como es la que está llevando a cabo el propio Gobierno y que tan severamente ha sido criticada nada más y nada menos que por el Banco de España.

Conviene recordar, en efecto, que en su informe del 18 de mayo de 2022, el Banco de España informa “que volverá a rebajar en junio su previsión de crecimiento para 2022 desde el 4,5% calculado en abril, después de que la desaceleración del PIB en el primer trimestre haya sido mucho más intensa” de lo esperado y haya estado acompañada de un repunte de la inflación subyacente.

El informe anual de la entidad publicado señala también que la inflación no energética (subyacente) crecerá más de lo previsto este año, mientras que la subida de los precios de la energía será más modesta, entre otras cosas por la puesta en marcha del mecanismo ibérico para limitar el precio del gas y rebajar el de la electricidad. La inflación general bajará en torno a un 1%.

Añade el Informe, pero en palabras del director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, que “estamos revisando las previsiones y no tenemos números concretos, pero las dinámicas apuntan a una inflación subyacente (sin energía ni alimentos frescos) mayor de la que esperábamos”. Y concluye: “De las grandes economías del euro, somos la que peor lo ha hecho”.

Pues bien, ante este informe de un órgano de la capacidad técnica e independencia del Banco de España: ¿no le parece a los que así piensan que nos iría mejor a todos si en lugar de darle consejos a Feijóo se los diesen a Sánchez? Y ya puestos, ¿si es cierto que lo que realmente les preocupa como dicen es el interés de España, no sería más leal con nuestra Nación aconsejar a Sánchez que adelante las elecciones y que abandone cuanto antes la presidencia del Gobierno para que podamos iniciar rápidamente la recuperación?