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Enrique López Veiga

España no puede humillarse ni puede ser humillada ante el rey de Marruecos

Pero... ¿qué está pasando en España para que una gran mayoría de españoles, entre los que me encuentro, tengan la sensación de que aquí se hace en materia internacional lo que decide el rey de Marruecos? ¿Cómo es posible que ante las reiteradas provocaciones del Gobierno de ese país, el Ejecutivo español responda con actitudes de apaciguamiento mientras que cuando un país verdaderamente amigo, como es Argelia, responde con firmeza ante el disparate cometido por el presidente Sánchez sobre el Sáhara Occidental, se reaccione con amenazas de recurrir a los tribunales de justicia europeos o se recurra a la Comisión Europea? Esto no tiene ni lógica ni sentido común. De fondo está el tema del Sáhara Occidental donde tanto Naciones Unidas, la Corte internacional de Justicia y el Tribunal de Justicia de la UE en varias sentencias han dejado claro que Marruecos no tiene soberanía sobre dicho territorio que, como Putin en Ucrania, ha usurpado por la fuerza.

Circula en los medios una declaración hecha por los profesores de Derecho Internacional (Aepdiri), en la que se dan las razones jurídicas por la cual los habitantes del Sáhara Occidental tienen derecho a decidir sobre su propio futuro y concluye con la rotunda afirmación siguiente:

“La decisión del Gobierno española de apoyar oficialmente el plan de autonomía propuesto por Marruecos en 2007 constituye la denegación expresa al derecho a la libre determinación del pueblo saharaui y, en consecuencia, una grave violación del derecho internacional. Igualmente, esta decisión, supone el reconocimiento implícito de la soberanía marroquí sobre la parte del Sáhara Occidental que ocupa ilegalmente. Por todo ello, esta decisión conlleva la responsabilidad internacional de nuestro Estado (España) en la medida en que contribuye a consolidar la violación grave de una norma imperativa de Derecho internacional”.

"En los últimos años del rey de Marruecos y sus gobiernos no hemos sufrido más que provocaciones"

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Es decir, que el presidente del Gobierno español se alinea con Marruecos, país que ocupa el Sáhara Occidental ilegalmente por la fuerza como Putin en Ucrania, y ello en contra de la doctrina de Naciones Unidas, de la Corte Internacional de Justicia y de las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE que además vincula directamente a España.

Vamos a poner los puntos sobre las íes y a hablar con claridad. En los últimos años del rey de Marruecos y sus gobiernos (que no con las buenas gentes marroquíes) no hemos sufrido más que provocaciones: cierre de fronteras en Ceuta y Melilla, invasión de aguas territoriales españolas, intento de apropiarse de los fondos marinos en torno a Canarias. Marruecos no es una democracia, por lo que no es posible que su Gobierno garantice un referéndum libre de ningún tipo. Ante estas provocaciones, el presidente del Gobierno se humilla.

Por el contrario, con Argelia no solo no hemos tenido ningún problema, sino que se ha comportado como un verdadero país amigo, donde se ha abierto la puerta a las inversiones españolas, nos suministra gas y no nos invade ni provoca como lo han hecho los gobiernos marroquíes.

Lo verdaderamente sorprendente es que el presidente del Gobierno no ha obtenido de Marruecos ninguna contrapartida porque todas las que se han mencionado como: el paso del Estrecho, el tráfico de mercancías del puerto de Tánger Med, acceso de productos agrícolas, etc, solo favorecen a Marruecos.

De esta manera este giro en la política del presidente del Gobierno ha humillado a España y esto a muchos ciudadanos nos resulta insoportable. Sobre todo, porque es una apuesta y una opinión personal del presidente Sánchez, pero no es la de España, ya que el Parlamento español, donde reside la soberanía del pueblo, le ha negado su apoyo y se ha opuesto explícitamente a esta medida.

De esta manera dicho giro de la política será y deberá ser corregido cuando haya otro Gobierno y esto debería de tenerlo claro el rey de Marruecos al que los españoles no tenemos por qué rendirle pleitesía. ¿Cómo se explica que en estas circunstancias el presidente del Ejecutivo español se haya atrevido a remitir esa carta? En mi humilde opinión, porque probablemente se encuentra poseído de un grado de soberbia tal que le lleva opinar que –en palabras de Díaz Page, por cierto– “hay uno que manda y otros son monaguillos” y que la oposición está para aplaudir al Gobierno y, cuando no, “¡estorba!”. Eso no es democracia, como no sea la de Corea del Norte, donde el amado líder decide y el pueblo aplaude.

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