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Xoel Ben Ramos

¡Ay qué calor!

Tenemos la primera ola encima y como se cansan de repetir en los mass media “cada año aparecen más temprano y las temperaturas son superiores”. Antes, reparando en el Meteosat, todavía podíamos presumir que la esquina noroeste resistía cual Álamo. Sin embargo cada temporada la amenaza térmica es mayor… y ya sabemos cómo se finiquitó aquel asedio a la fortaleza tejana.

En cierta ocasión, de paso por Cariño me sorprendieron los lamentos de un matrimonio ante unos “madrileños” –sinónimo de turistas por estas tierras– por el barruzo y las lluvias veraniegas que les deslucían su negocio de hostelería rural. El razonamiento no era otro que con esa exuberancia vegetal que disfrutaba el Cabo Ortegal y tras los halagos de los forasteros hacia el verde omnipresente, allí arriba solo les faltaba un poquito de sol y que se elevara unos cuantos grados el termómetro para que su empresa nadara en la abundancia y por ende, de la “casita con encanto” enclavada a los pies de la playa pudieran dar el salto al complejo turístico, las muchas piscinas y los rascacielos estilo Benidorm. Insistían los locales que “¡ojalá!” eso del cambio climático fuera verdad para así de una vez por todas poder lucirse, sacando pecho entre junio y septiembre, con veintimuchos grados que compitieran de igual a igual con el “¡Ay qué calor!” que Los Chunguitos asociaban a Torremolinos.

"Reconozco que la poética lluvia nos lleva aguadas muchas jornadas de estío, pero de ahí a pasarnos al lado oscuro hay un trecho"

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Reconozco que la poética lluvia nos lleva aguadas muchas jornadas de estío y unos cuantos eventos; que eso sienta muy mal, lo sabemos todos pero de ahí a pasarnos al lado oscuro –encarnado más bien– hay un trecho. Para ser sincero, hasta guardo ciertas dudas de si aquellos veraneantes persiguieran la estela del sesentero “Spain is different” con sol y playa. Más bien al contrario. Huirían de los treinta y pico grados a la sombra o las noches en vela por el sofoco. Porque esto es lo que nos espera cuando tomamos a broma las sequías más frecuentes y otros fenómenos extremos.

Lo peor, lo que nos resistimos a creer, es que en Galicia tras unos cuantos añitos de sol inapropiado, sin agua, el verde se volverá marrón y nos dejará también números negativos en lo económico. Sin ir más lejos, este sábado la comunidad de Madrid adelantó el cierre de la Feria del Libro, prohibiendo además todos los eventos al aire libre entre las 21 y las 24h por la alerta roja. Este finde son dos horas, de seguir así, pronto serán un par de días, de semanas,… ¿de meses? Tengamos claro que como desaparezcan los chubascos y lorenzo se plante el cuatrimestre entero sin dar tregua, aquí nos veremos como en el desierto de Tabernas y adiós ríos, adiós fontes, adiós regatos pequenos.

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