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Ceferino de Blas.

El reto de Posteguillo

En una reciente entrevista con este periódico, Santiago Posteguillo asumió el reto de descubrir si Julio César estuvo en las Cíes, y se dio un plazo para ello: dos años. Hasta ahora se ha ocupado de las peripecias de Escipión el Africano y del emperador Trajano, en sendas trilogías, y de la filósofa Julia Domna, con la que ganó el premio Planeta.

Acaba de iniciar el ciclo de Julio César con la novela “Roma soy yo”, que luce en los escaparates de las librerías. Parece un empeño gigante. Augura que el estudio del personaje más reconocible de la Antigua Roma puede ocuparle una década y necesitará seis novelas para completarlo.

Santiago Posteguillo es el novelista que más público ha captado para la causa del mundo romano, el más leído y quien mejor ha divulgado el periodo sobre el que se asienta la civilización occidental. Nefastamente algunos planes de estudios han postergado e incluso eliminado el latín y la historia en la que enraíza nuestra cultura y estilo de vida, que constituyen el sistema más perfecto de cuantos existen. Un mundo que ha entusiasmado a estudiantes de bachillerato de todas las generaciones, entre ellos a Posteguillo.

Ahora es Julio César su principal reto, que el imaginario colectivo sitúa en Erizana (Baiona), en el año 60 a C. para combatir a los Herminios.

El episodio lo refiere mejor que nadie el escritor vigués, Teodosio Vesteiro Torres, en su “Monografía de Vigo” (1878), un libro publicado un año después de su muerte.

"Que una autoridad sobre el mundo latino como Santiago Posteguillo se ocupe de las Cíes resulta un revulsivo intelectual"

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Narra la huida de los Herminios de sus tierras lusitanas, perseguidos por las tropas de Roma, la llegada a Baiona, el paso a las Cíes, donde se consideran invulnerables, y la inicial victoria sobre los romanos que intentaron tomarlas. La reacción de Julio César es reclamar a la flota del Sur, pero no los ataca sino que los asedia hasta rendirlos.

Sea realidad o ficción el episodio está tan íntimamente ligado al mundo literario de las Cíes que todos lo asumen como un hecho probado de su cronología. Como las estancias de Drake, antes de atacar Vigo o la de los berberiscos que arrasaron Cangas, y cuantas tropas atracaron o se resguardaron a sus costados. Aunque ahora no son barcos de guerra y corsarios los que las frecuentan, sino turistas.

Resultan tan irresistibles que infinidad de personas de todas las procedencias las han marcado en su agenda como un lugar de inevitable visita y se inundan cada vez más de multitudes. Muchos llegan sin conocer su pasado, pero cada vez son más quienes antes de viajar se preocupan por documentarse y saber lo que van a encontrar. Aumenta el turismo cultural y el número de personas que utilizan los libros y las guías.

Por eso, el que una autoridad sobre el mundo latino como Santiago Posteguillo se ocupe de las Cíes resulta un revulsivo intelectual –dijo que examinará todos los lugares de España donde se cuenta que estuvo Julio César–, encuentre o no nueva documentación en sus investigaciones. Aunque el resultado no influya en las estadísticas de visitantes, que proseguirán y deben controlarse para que el número no rebase lo permitido. Su dictamen es una cuestión científica.

Vigo encierra tantos restos latinos –las salinas, la villa de Toralla, las increíbles estelas de la calle Hospital, los restos del Castro que no pudo examinar Obermaier en 1928, la calzada del itinerario de Antonino per loca marítima, y hasta miliarios–, que es un territorio romano, por lo que la presencia de Julio César encaja en su paisaje.

El relato de Vesteiro Torres añade un toque de pasión a la referencia historiográfica por el final dramático que los une a ambos: al César por su asesinato en el Senado, en los idus de marzo, por los conjurados y su sobrino Bruto, y a Vesteiro Torres, por su suicidio en el Museo del Prado, el 12 de junio de 1876, el día en que cumplía 29 años. La tragedia enlaza las dos vidas, la del biógrafo y la del protagonista, y es un filón para un autor en busca de argumento.

Aunque en el episodio de Cíes, la cuestión está en si prevalece el Santiago Posteguillo latinista e investigador o el novelista que entusiasma a sus seguidores con su imaginación.

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