Si Alfonso Rueda había utilizado su discurso del miércoles para cerrar la era Feijóo, Ana Pontón quiso dejar claro ayer que el tiempo que comenzaba no le pertenecía a Rueda y que ella también participaba en la misma carrera que conducía, en sus palabras, al cambio de gobierno. Y sin más preámbulos se olvidó del candidato formal y presentó sus credenciales programáticas a la Presidencia de la Xunta de Galicia.

Cuando todos esperábamos participar en una ceremonia para ungir al nuevo presidente, Ana Pontón abrió los cajones de salida para mostrar dos cosas al mismo tiempo, a saber, que ella también corría y que el tercer jinete no estaba en los cajones.

Pontón esgrimió slogans con sabor a viejuno, “o cambio galego”, “unha Galicia mellor” -es difícil ser nueva con slogans tan clásicos- y planteó medidas orientadas a sus targets que le sirvieron para dibujar la escenografía de su hipotética presidencia. Se colocó como el futuro contra el pasado, como lo nuevo contra lo viejo, y trató de buscar estratégicamente la alternativa PP o BNG como si nada más existiera ni en el Parlamento ni en la calle; nada nuevo en cuanto a la táctica, pero sí en referencia a los actores.

Pontón miró a Rueda como su oportunidad, planteó un escenario a dos, atacó la continuidad del pasado y propuso su futuro, pero Rueda no se arrugó, respondió a los ataques personales y a los colectivos, la colocó entre los que llevan más tiempo sentados en el banco del parlamento y en el irrealismo de las propuestas de los que no se ven en la responsabilidad de gobernar.

A Pontón eso le bastó, porque su maniobra buscaba que el candidato centrara en ella su respuesta eclipsando prácticamente a un Luis Alvarez sobrio, parco y que una vez más tenía que defender un discurso demasiado soft, donde el futuro “lo encara el PSdeG”, una marca, y no un liderazgo. Y lo hizo bien, incluso con el exceso de frases buscando titular, Álvarez aporta consistencia y credibilidad al relato socialista, y puede ser un buen árbitro en las futuras polémicas que vivirán Rueda y Pontón en el Parlamento de Galicia.

Porque si algo nos ha dejado claro este primer envite es que Pontón va a buscar el cuerpo a cuerpo y a Rueda ese espacio no le disgusta. A ambos les conviene un PSdeG débil, y ambos confían en explotar esta situación parlamentaria para sus propios rendimientos electorales.

El problema vendrá cuando Rueda elija entre buscar una performance parlamentaria más institucional e integradora, que le conduzca a los votantes más centrados, o más confrontadora y polemista, que abra los votantes centrados al PSdeG; ahí será cuando Ana Pontón tenga que decidir definitivamente si quiere quedarse en sus targets tradicionales de referencia, y cederle el centro a la competición entre el PSdeG y el PP, o buscar también a los votantes centrados, pese a la UPG.

La carrera ha comenzado, la marcha de Feijóo no adelantará las elecciones gallegas, pero abre una campaña electoral larguísima. La idea de campaña permanente está hoy en Galicia más presente que nunca y el que no tenga muy pronto definida su estrategia puede llegar tarde a la competición.

No dudo que la de ayer haya sido una simple escaramuza, una salida fallida, pero ha mostrado las ganas de correr que tienen y que en cualquier momento se abren los cajones.