A cuenta de la negativa del gobierno de España a satisfacer determinadas demandas de empresas y organismos investigadores estratégicos para Vigo y comarca, la ciudadanía parece despertar de un largo y pesado sueño. Un sueño donde la Xunta ha venido representando el ingrato papel de madrastra malvada y el gobierno de Pedro Sánchez el de héroe liberador de una ciudad sitiada por la animadversión de aquella.

Será porque las cuentas de la lechera sirven apenas para coger el sueño pero no para encarar las dificultades de la competencia entre territorios de un país cuasifederal, lo cierto es que las negativas a los planes previstos caen sobre la ciudad como mazazos que amenazan con desencuadernar el relato amable construido sobre el gobierno amigo de Madrid.

Que a Vigo se le nieguen infraestructuras productivas, planes de desarrollo o asignación de sedes en sectores clave para la ciudad como la industria del automóvil o la pesca, en su vertiente investigadora, contradice los logros y la pujanza de ambos vectores de actividad y pone en riesgo el sentido futuro de otras decisiones estratégicas que se adoptarán en un ámbito tan competitivo y sometido a cambios como el del automóvil o necesitado de planes a largo plazo como el I+D en el marino.

El terreno ganado por la ciudad en los últimos años en cuanto a su imagen como metrópoli emergente del ocio y los servicios no admite crítica mientras se mantenga la diversificación y buena salud de sus sectores productivos. Los sucesivos portazos que venimos recibiendo a cuenta de la negativa a conceder la subestación de alta tensión a Stellantis en el polígono de Balaídos, la débil conexión de nuestra industria con el PERTE de la automoción o la exclusión de Vigo como sede descentralizada del IEO pintan una primavera negra para nuestro entramado productivo y también institucional.

Todo ello requiere de detalladas explicaciones por parte del gobierno de la nación. En esa demanda de explicaciones debieran hacer frente común tanto Xunta como gobierno local, Zona Franca como empresas afectadas. Son cuestiones capitales para Vigo y, en consecuencia, trascendentales para el conjunto de Galicia. Hasta aquí hemos llegado teniendo a gala la desunión y aún el abierto enfrentamiento institucional. Visto el resultado alcanzado, el imaginario colectivo (Castoriadis) del sufrido vigués quizá recomiende otra estrategia, menos altisonante y más efectiva.