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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

El inesperado Bloque Ibérico

A Portugal lo veían muchos como un mar de toallas, un destino ideal para las vacaciones de Semana Santa e incluso un país que los gallegos se habían inventado para viajar con facilidad al extranjero. Ahora acabamos de descubrir que es un excelente socio y mejor vecino con el que se pueden hacer planes para abaratar la energía, haciendo peña ante la Unión Europea.

Contra pronóstico y, sobre todo, contra la oposición de los países del norte de Europa, el plan para ponerle límites al imparable recibo de la luz acordado por los gobiernos de Pedro Sánchez y Antonio Costa acaba de ser aceptado por la UE.

No se recordaba cosa igual desde los tiempos del Innombrable, cuando la España franquista y el Portugal de Salazar firmaron el Pacto Ibérico –de orden más bien floral– que maridó a las dos dictaduras peninsulares en 1942.

A diferencia de aquel, el de ahora es un acuerdo de carácter útil y provechoso que concederá una cierta excepcionalidad energética dentro de la UE a los dos países de la Península. Más que Península va a ser, en realidad, una isla de energía, con reglas de juego propias en lo que toca a baremar el precio de la luz.

La excepción durará solo doce meses, cierto es; pero al menos durante ese tiempo se podrá poner freno a la escandalosa subida de tarifas que amenaza con vaciar los bolsillos del personal.

Este nuevo y energético bloque ibérico dentro de Europa corona la aproximación que desde hace algunos años se viene produciendo entre los gobiernos de los dos Estados. (Los pueblos, no hará falta decirlo, ya simpatizaban entre sí; y siguen haciéndolo).

"España ha mirado tradicionalmente a Francia, pero de un tiempo a esta parte repara en Portugal"

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España ha mirado tradicionalmente a Francia, el vecino de arriba; pero no es menos cierto que de un tiempo a esta parte comenzó a reparar en lo que ocurre en Portugal. E incluso a imitar, con muchos matices, sus fórmulas gubernamentales.

A favor de Sánchez es justo decir que fue el primero en fijarse en el modelo de Costa, cuando el primer ministro portugués gobernaba aún en minoría y tenía que ir negociando partido a partido, como Simeone. Le prestaban apoyo en el Parlamento el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda, que viene a ser una versión portuguesa, y por tanto menos chillona, de lo que aquí representa Unidas Podemos. Pero no lo hacían de manera incondicional, por supuesto.

A pesar de esas dificultades, que se quitó de encima este año al lograr la mayoría absoluta, Costa se las apañó para satisfacer con una mano a los poderes de Europa y con la otra a los trabajadores. Lo que en principio iba a ser una “geringonça” se convertiría finalmente en un pequeño milagro económico sin intervención de la Virgen de Fátima.

Sánchez, que abogaba por pactos “a la portuguesa” y hasta viajó a Lisboa para que le diesen la receta, copió solo en parte la fórmula, al no poder impedir la entrada en el Gobierno de sus incómodos socios. Aun así, no le ha ido mal con las cifras del paro ni con las de crecimiento económico en tiempos convulsos como estos.

Nada hay de raro en que ahora haya vuelto encontrar inspiración –y aliado– en Portugal para echarle el freno al disparate de los precios de la luz. Después de tantos años de juegos florales, era difícil imaginar que la Península alumbrase por fin un Bloque Ibérico; pero ya ven. No hay como tener buenos vecinos. Y no ignorarlos.

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