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Francisco García Pérez opinador

Lo que hay que oír

Francisco García Pérez

Poner una piña en Flandes

Un rato divertido con refranes modificados

Insisto: solo se trata de que pasen ustedes un rato divertido con estos refranes modificados, frutos de mi parvo ingenio aunque basados en esos errores que el personal comete cuando, por querer dárselas de docto, engola su hablar, lo imposta y mueve a chanza en vez de a admiración. En la tele, por ejemplo, sentencia un presentador que “no hay que vender el pescado antes de tiempo”, curiosa mezcla de “ya está todo el pescado vendido” y “no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo”. Y una presentadora se arranca en La2 con un “he puesto una piña en Flandes”, para alabarse por no recuerdo qué logro, trocando la lanza original (“pica”) −que tan arduo resultaba a los tercios asentar en tierras flamencas− en fruta o fruto. Así que les doy hecho a ustedes el trabajo de confusión y los invito a que sigan jugando con esos proverbios y tópicos, “hijos de la pereza intelectual y hermanos del prejuicio”, como los califica Aurelio Arteta. Pero no con los del tipo como en casa, en ninguna parte; conservemos las tradiciones; de tan bueno, parece tonto; déjate de filosofías; déjate llevar por tus sentimientos; el problema es muy complejo; estoy en mi perfecto derecho; la vida es el valor supremo; nadie es más que nadie; no es ni mejor ni peor, sino simplemente distinto…, etc. sino con los que tengan gracia: “Ya están todas las piñas puestas y vendidas en Flandes”, por ejemplo. Comience siempre por la expresión “como dice el refrán” y complete con error voluntario:

En boca callada no entran moscas.

En casa del guerrero, cuchillo de palo .

En la variedad está el susto.

Hombre precavido vale por nos.

Hoy por mí, mañana será otro día.

Jaula nueva, pájaro tuerto.

La atención es lo que cuenta.

La fe mueve lasañas.

Lo barato, aquí te pillo, aquí te mato .

Lo cortés no quita lo evidente.

Más vale estar solo que amanezca más temprano.

“Estos refranes modificados están basados en esos errores que el personal comete cuando, por querer dárselas de docto, engola su hablar, lo imposta y mueve a chanza en vez de a admiración”

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Más vale maña que sevillana.

Más vale presumir que lametear.

Más vale tarde que noche.

Me la encuentro hasta en la popa.

Mear la pata fuera del tiesto.

Mucho ruido y pocas veces.

Nadie es poeta en su tierra.

No es orégano todo lo que reluce.

No hay mal que por cien no venga.

No hay pan que cien años dure.

No hay quinto levanta, tira de la manta.

No hay rosa sin esquinas.

Nunca llovió que no calase.

Obras son amores y no me des más razones.

Ojo por ojo, corazón que no asienta.

Pagar el pato al agua.

Para muestra, basta un tapón.

Perro labrador, poco mordedor.

Piensa mal y ya verás.

Poco a poco se llega a viejo.

Por las rocas muere el pez.

Preguntando se llega a Grao.

Querer es comer.

Quien canta su mal estanca.

Quien fue a su villa perdió la silla.

Quien muchas abarcas, poco le aprietan.

Quien se pica a Jose come.

Se dice el pescado, pero no el pescador.

Si te he visto, no estoy cuerdo .

Tanto tienes, tanto sales.

Tira la piedra y esconde al marrano.

Un calvo saca otro calvo.

Una golondrina no hace veraneo.

Y use también coplas tan surrealistas como las que recuerdo hacer cantado, ay de mí, en el colegio: “San Isidro Labrador / planta el trigo y lo recoge, / por eso los albañiles / llevan alpargatas blancas” (o mudando los dos últimos versos por los brutales “no le pegues más al guaje / que ya apareció el mechero”).

Sirvan estos divertimentos como sentido homenaje a cierto sargento de mi mili en la Armada, que me lanzó −al descubrirme en flagrante escaqueo por la banda de estribor− una tan enigmática como indescifrable advertencia que aún hoy envenena mis sueños y turba mi descanso y dice así: “Ojo al mono, que es de goma”.

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