A estas alturas, y a pesar de la evidencia que demuestra su pésimo resultado, parece inevitable que algunos políticos gallegos decidan imitar a unos cuantos de sus colegas en el cinismo que practican allende las Portillas o el Cebreiro. Inmunes a las encuestas, que sólo atienden cuando sus resultados les convienen, practican lo de ver la paja –incluso cuando no la hay– en ojo ajeno e ignorar la viga en el propio. Y ya no les basta con ejercer de Torquemada cuando sus rivales directos pactan con quienes están más a su derecha mientras ellos lo hacen con los apóstoles de la violencia o la sedición, sino que ahora argumentan su miedo electoral al BNG acusándolo de –poco menos– “tibieza” e incluso “simpatía” hacia la agresión de la Rusia de Putin contra Ucrania.

La causa parece, ante todo, el resultado de la acción individual de un diputado nacionalista que no aplaudió el mensaje al Congreso del presidente Zelenski y que ahora utiliza el PSOE gallego para buscar el deterioro de la imagen del BNG. Y a la vez calmar el miedo electoral que el avance del Bloque causa entre las filas de los que, por conveniencia, siguen siendo sus aliados. Esa continuidad, por sí misma, sería prueba bastante de que sus críticas son, además de cínicas, oportunistas: si la actitud del diputado Néstor Rego –en opinión personal de quien escribe, del todo equivocada, desde lo humano y lo político– fuese tan moralmente inaceptable como aseguran los socialistas, habría debido tener ya consecuencias más serias que una condena verbal.

El cinismo, en todo caso, no se denuncia tan sólo por lo dicho. Ni siquiera esta actitud supuestamente indignada, que sorprende a quienes ven a diario mentir, practicar la desigualdad entre españoles en función de los servicios prestados al Gobierno o su doble moral para olvidar las injurias que sus ahora socios pronunciaron contra ellos –¿habrán olvidado lo de la “cal viva”…?– cuando aún no lo eran. Pero es más grave todavía: ahora, los socialistas gallegos, acaso infectados por el mal que emana de algunos sectores de su actual jefatura, acusan a los responsables del BNG de esas supuestas tibieza o simpatía: doña Ana Pontón, su Portavoz Nacional, ha insistido en la condena contundente y pública de la agresión rusa. Como los demás.

Recordarlo no es una cuestión de simpatía, afinidad con el ideario nacionalista sino de respeto a la verdad. Algo que, dicho con toda franqueza, escasea en determinados sectores del país, y no sólo en el político. Y no hace falta ser adivino para insistir en que, de cara a los tiempos que vienen, Galicia necesita reforzar aún más lo que ya hizo otras veces antes: defender y practicar la decencia en el oficio público y, sobre todo, no convertirlo en asunto de mercaderes envilecidos por el afán de poder. Algo que no es propiedad exclusiva de la derecha o de la izquierda, sino que ha de ser también patrimonio del colectivo social, de lo común, Y en esa línea cabe reclamarlo a todos los partidos.

Es por eso por lo que, siempre desde un punto de vista personal, procede apelar a la dirección, apenas estrenada, del socialismo gallego para que no repita los errores de otros en un momento en el que hará mucha falta ese “sentidiño” que es propio del país y, sobre todo, el de lo común. Porque ya hay por ahí bastantes cínicos como para sumar a los que no lo son, aunque lo aparentan de cuando en cuando. No viene mal, por eso, recordar a Pirandello y aquello, suyo, de “así es, si así os parece”. Puede resultar un buen aviso, sobre todo cuando, pasadas las vacaciones de abril, empieza ya a oler a pólvora electoral.