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Pedro de Silva

¡Mi capitán!

Se había puesto a buscar el origen de su primer meollo de ideas, seleccionando la media docena de pedruscos de mayor tamaño pisados entre los 20 y los 30 años, y le había salido esto: Ortega, Unamuno, Nietzsche, Marx, Kierkegaard, Foucault. Satisfecho del resultado (muy propio de un progre autóctono) había cerrado ese trámite de su indagatoria cuando cae en sus manos un extraño libro que en tono relajado, pero con la inocencia cero de todo lo sistemático e implacable, analiza la ideología del Capitán Trueno, uno de los grandes héroes del cómic español (“Haz que gane el bueno”, Juan J. Alonso, Ed. Rema y Vive). Pasa páginas y capítulos –que encima van sin numerar para no dar pistas– y poco a poco va descubriendo, primero con horror, luego con pasmo, al final con la ternura del reencuentro con un padre, que es hijo político del Capitán, que llegó a su vida con algo más de los 10.

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