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Pedro de Silva

Dejemos de cantar y que el TC decida

La secretaría de organización de un partido es el panel de mando de su fontanería y un núcleo duro de la partitocracia. Ahí estaba Alberto Casero. Siendo además diputado, es difícil imaginarlo al margen por completo de la “migración” del voto de los dos diputados de UPN. Si no lo estuvo, que luego se le fuera la manita al pulsar la tecla sería un caso de libro de la llamada justicia poética (fruto de la ludopatía de la mano del destino). Que ahora apele a una “voluntad popular” quebrada suena digno, pero chocante cuando en todo caso su voto era decisivo gracias al quiebro de los dos transfugados. En una partitocracia como la española, en la que el mandato libre del elegido es casi “fictio iuris”, ya no es fácil saber si la voluntad popular está en el partido al que se vota, en los diputados enlistados por el partido o pegada como un sello en las actas con las que esos dos se fueron.

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