Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ceferino de Blas.

El binomio de la atracción

Lo ha proclamado el alcalde en Fitur, la feria de turismo más importante del mundo: Vigo tiene dos referentes únicos, las islas Cíes y las Navidades. Componen el binomio de la atracción, porque seducen todos los años a centenares de miles de visitantes.

Pero si alguien piensa que surgieron por generación espontánea se equivoca. Ambos contienen una larga historia que justifica su importancia, y la razón de que hayan sido encaramados a esas posiciones únicas, diferenciadas y referentes, gracias a un inteligente trabajo de promoción en los últimos años.

Las Cíes poseen un pasado ancestral, que prueban los restos arqueológicos, y otro secular, que recuerdan los cenobios y conventos medievales, hasta que se vio interrumpido en el siglo XVI, cuando los destruyeron las invasiones bélicas. Las islas quedaron vacías y sin adscripción municipal, hasta que en 1840, tras un intenso pleito con quienes querían asignarlas a Baiona, el Gobierno adjudica las Cíes a Vigo. Diez años después, el escritor y viajero Francisco de Paula Mellado, en su Viaje por Galicia, las llama “islas de Vigo”, y certifica que seguían vacías, tras desplazarse a ellas con un cazador de Baiona que lo acompañó.

Será la infanta Isabel, conocida popularmente por “la Chata”, a la que está dedicada la plaza de la Princesa, porque fue princesa de Asturias hasta que nació su hermano, Alfonso XII, la que inauguró el turismo a las Cíes, en 1906 cuando pasó dos semanas en Vigo. Fue la primera que manifestó interés en dirigirse a las Cíes con ánimo turístico, ya que quería conocer aquellas islas que la habían maravillado cuando las contempló desde un balcón del Hotel Continental, donde se hospedaba.

Desde entonces los vigueses comenzaron a frecuentar las islas todos los veranos hasta llegar a la actualidad en que son centenares de miles de personas las que las visitan y que han hecho fijarse a dos importantes periódicos “The Guardian” inglés y el americano “The New York Times”, para decir a sus lectores que son destinos insuperables. Solo les falta que las reconozcan como Patrimonio de la Humanidad.

Las Navidades tienen también un origen secular en Vigo, que se remonta al siglo XV cuando se labra la escultura de la Adoración de los Reyes en el tímpano de la Colegiata y se dibuja en las paredes de la iglesia románica de Castrelos una de las pinturas que describe la Epifanía. Ambas obras prueban la antigüedad de la devoción y el culto que los vigueses tenían a este pasaje de la Natividad.

"A diferencia de otras ciudades que han incidido en exageraciones para intentar llamar la atención, Vigo ha incorporado las Navidades a su forma de vivir sin estridencias, llenando de luz y brillantez las calles"

decoration

Desde entonces, la ciudad ha mantenido ese entusiasmo navideño que ya en el siglo XIX cuaja con las formas de celebrarlo que en esencia se mantienen hasta ahora. No había cabalgata de Reyes, ya que la primera discurrió en el año 1929, pero actuaban las rondallas de las parroquias rurales y de las sociedades de Vigo, que recorrían las calles en la Nochebuena, en fin de año y el día de Reyes, animando a la gente, interpretando villancicos y otras músicas. Incluso venían grupos femeninos de Cangas, a recorrer las calles con panderetas y cantando. Esto no ocurría en otros pueblos y ciudades, donde no había este modo lúdico de celebrarlas.

Por tanto ya se festejaban las Navidades hace siglos, pero no llegaron a adquirir la preeminencia que ahora se les reconoce. Ha sido tan espectacular el despliegue en los últimos años que Vigo se ha convertido en la ciudad donde vive la Navidad, como proclaman certeramente los anuncios.

Se percibe como un fenómeno sociológico en el que participan la mayoría de los vigueses. A diferencia de otras ciudades que han incidido en exageraciones para intentar llamar la atención, Vigo las ha incorporado a su forma de vivir sin estridencias, llenando de luz y brillantez las calles, adaptándose a las esencias de las fiestas e incorporando novedades que las renuevan.

En consecuencia este binomio de atracción que son las Cíes y las Navidades, hay que mantenerlo, cultivarlo y fortalecerlo. Pero sin olvidar que hay que precaverse contra las desviaciones extemporáneas, porque siempre acechan peligros, incluido el de morir de éxito. Por ejemplo, que sea tanta la gente que acuda que resulte insoportable para las islas Cíes y las calles de la ciudad.

Pero como esto no ocurre, debemos alegrarnos de que Vigo cuente con estos dos referentes importantísimos que reactivan la economía y mantienen el prestigio de ciudad como importante e innovadora. Y para imbuirse de la alegría que se respira cuando nos acompaña la gente que viene de fuera a admirar nuestras cosas exportables, que activan el orgullo de sentirse vigués.

Compartir el artículo

stats