Opinión | Crónica Política

Los esfuerzos

Uno de los datos que mejor ilustran la ligereza con que actúan algunos miembros del Gobierno del señor Sánchez –singularmente los del bando de Podemos– es su habitual costumbre de decir una cosa y hacer la contraria casi sin solución de continuidad. Y en los últimos días, noticias diferentes, pero que convergen en la misma dirección, refuerzan ese punto de vista. Curiosamente, el foco de atención es la contrarreforma laboral de la ministra Díaz, que empezó anunciando una “derogación completa” de la aún vigente, después se convirtió en “cambios profundos” y finalmente ha quedado en poco más que algunos retoques.

Lamentablemente, y por si eso fuere poco, algunos de esos “retoques” no solo nada mejoran, sino que empeoran lo existente: el ejemplo más evidente es lo que atañe a la investigación, o por mejor decir, los investigadores que ejercen en Galicia. Varios millares de ellos se quedarán sin trabajo de no encontrarse una solución a la desaparición de los contratos por obra, una de las originalidades de doña Yolanda, dispuesta por lo que parece a protagonizar supuestos avances “definitivos” para mejorar la condición de los trabajadores de todo tipo y de toda condición.

La cuestión se centra en los múltiples efectos colaterales de los retoques. En el caso concreto de los investigadores, se cumple la ley de Murphy: una situación laboral perversa –que, por cierto, los rectores universitarios parecen creer que era la menos mala de las diferentes opciones posibles a día de hoy– puede empeorar, y con la fórmula Díaz empeora. Aunque, como ya afirmaba el refranero, no hay mal que por bien no venga y el ruido que ha suscitado la cuestión debiera servir para que se replantease a fondo el estado de la investigación, en Galicia y en España.

En este punto, conviene insistir en que resulta imposible avanzar hasta donde todos quieren sin dedicar los recursos suficientes a ese activo y sin frenar la hemorragia que lleva a los mejores a prestar sus servicios en otros países. En ese sentido, la reacción de los rectores a la denuncia de los investigadores resulta, desde una opinión personal, un profundo error porque busca mantener el remiendo actual, a falta de otra opción. Algo que ni siquiera significa pan para hoy, pero garantiza el hambre para mañana. Ellos lo saben mejor que nadie, y probablemente pretenden que no desaparezca, a corto o medio plazo, el único recurso existente, pero ese no es el modo.

Este antiguo Reino, con Fondos Europeos abundantes o limitados, necesita un esfuerzo adicional, extraordinario si se quiere, para hacer que su futuro progreso se apoye en los cimientos más sólidos posibles: crear empleo, repartir la riqueza con justicia distributiva y apostar por el mejor camino. Un camino que se apoya en la educación y en esa fórmula del I+D+i que todos anhelan, pero que solo unos pocos se esfuerzan a fondo en aplicar. Ocurre que ese esfuerzo que se reclama es costoso, y a veces doloroso porque hay que renunciar a otros objetivos también deseables, pero los gobiernos serios están para eso: para priorizar los recursos, siempre escasos, y dedicarlos a lo que entiendan más necesario para todos.

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