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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La reunión

Acostumbrada como está buena parte de la población gallega a las visitas de ministros de este Gobierno que llegaron, fuéronse y nada hubo –o mucho menos de lo esperado– después, resulta improbable que la que se anuncia para hoy anime un poco. Y eso que se trata, parece, de avanzar en la cuestión de las infraestructuras, sobre todo ferroviarias, ahora que hasta el alcalde de Madrid exhorta a sus convecinos a que viajen a Ourense –el señor Almeida dijo “a Galicia”, pero fue quizá llevado por el entusiasmo– “porque con el AVE ya no es excusa”.

El caso es que sobre la mesa de los asuntos para la reunión de hoy parece previsto analizar con prioridad algunos referidos de forma expresa a abordar el remate auténtico de la alta velocidad. Es decir, la adecuación de la red ferroviaria al ancho de vía que necesita el trayecto hasta Santiago y el del eje atlántico, indispensable también para abrir los trayectos a la competencia privada y en consecuencia impulsar –a la baja– los precios de los billetes; es decir, posibilitar el low cost que ya tienen otros. Todo ello supone una inversión muy considerable, pero eso no debería plantear dudas: sólo los necios confunden el valor con el precio.

La reunión podría servir, y quizá debería, para sentar las bases –y los plazos de desarrollo del proyecto– de la modernización definitiva del ferrocarril en Galicia, una petición unánime del Parlamento autonómico formulada en los años noventa, y reiterada más tarde. Eso tendría que incluir el conjunto de lo que se ha dado en llamar itinerarios de proximidad y desde luego de los de mercancías, lo que a primera vista puede espantar a la ministra de Economía, pero ha habido aquí quien sugirió, para ahorrar, que quizá pueda resolverse con una tercera vía paralela –claro…– a las otras, aprovechando el espacio abierto por esas anteriores y corrigiendo lo corregible.

Ya puestos, y a pesar del riesgo de que contra el vicio de pedir –suponiendo que las reivindicaciones gallegas se califiquen así, de “vicio”, lo que sería injusto– está la “virtud” de no dar, procede sugerir a la parte de la Xunta presente en la cita, que se incluya lo del remate del eje atlántico desde Ferrol a la frontera portuguesa, de lo que sólo se sabe por la propaganda, así como de otros dos elementos vertebradores: el tramo a Cerdedo para recortar el tiempo desde el sur –y norte de Portugal– a Madrid a un auténtico AVE, y un proyecto de alta velocidad Lugo/Ourense para completar un mapa estratégico que sitúe al Reino, por fin, en este siglo. Y no es un sueño: sólo se necesita voluntad política.

La ocasión la pintan calva, dice el refrán, y se da esa circunstancia porque por ahora no parece que peligren los Fondos Europeos –o sea que dinero, haberlo, haylo– y que ese proyecto si sería, literalmente, de Next Generation. Aparte de que incluirlo ahora en el esquema europeo supondría anticiparse a las expectativas de que la inflación frustre los planes de rearme económico o que el BCE siga el modelo esbozado por EE.UU. y Alemania y restablezca la subida, aún mínima, de los tipos de interés. Y es que, por mucho que la señora Calviño se empecine en sacralizar sus cálculos financieros, el horizonte pinta en bastos y procede rematar lo pendiente antes de que sea tarde.

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