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Guerra sostenible

A finales de los años 80, el genial director de cine Stanley Kubrick decidió rodar un filme sobre la Guerra de Vietnam. Lo tituló “La chaqueta metálica”. En ella, el cineasta no quiso representar el horror inherente a todo conflicto, sino que, más bien, se centró en los hombres que lucharon en ella, en la forja de su carácter y en su transformación, a través del adiestramiento militar, en máquinas de matar, en seres humanos a los que, empleando técnicas de despersonalización, se les privaba de todo tipo de sentimiento de culpa a la hora de apretar el gatillo.

Es una obra maestra del cine, como la práctica totalidad de sus películas, pues está plagada de detalles tendentes a transportar al espectador al inhóspito terreno de la reflexión.

Quisiera referirme a uno de ellos. En cierto momento, más o menos a mitad de la cinta, uno de los protagonistas, un soldado, escribe en su casco la frase “nacido para matar” y, al mismo tiempo, se coloca una insignia de paz en la solapa. Esto provoca que el coronel le pregunte el porqué de su conducta que, según él, debe ser una broma de mal gusto. A lo que el soldado le responde que intenta sugerir “algo de la dualidad del hombre”.

La preocupación del soldado queda ahí. Kubrick no vuelve a tocar el tema. Pero años más tarde, ahora, el ejército austríaco ha desempolvado el guion de esta película y, en una clara explosión de genialidad, ha pretendido convertir lo que originariamente se creó para la ficción en una paradójica realidad.

Resulta que los políticos del país alpino, cansados de que su fuerza aérea utilice gasolina sin plomo de 95 octanos para alzar el vuelo, ha decidido desterrar este líquido asesino y reemplazarlo por combustible ecológico. Es decir, a partir de este año 2022 y en el marco de la Agenda 2030, los austríacos trabajarán duro para que todos sus aviones militares puedan surcar los cielos sin contaminar ni un ápice y preservar así el medio ambiente.

“Los austríacos trabajarán duro para que sus aviones militares puedan surcar los cielos sin contaminar ni un ápice”

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Según ellos, el actual enemigo no es otro que el calentamiento global y, por tanto, en las maniobras de vuelo popularmente conocidas como “Airpower” de este año, las fuerzas armadas austríacas se convertirán (y cito textualmente) en un “modelo ecológico a seguir”, que definirá el nuevo espíritu militar.

Por supuesto, además de aviones de transporte, los austríacos también disponen de aproximadamente quince cazas modelo Eurofighter. Unos fascinantes aparatos armados con misiles susceptibles de alcanzar objetivos en tierra, mar y aire. O, en otras palabras, causar destrucción y arrasar todo lo que, según las órdenes, corresponda.

Pese a ello, no tenemos que preocuparnos. Al revés. Hemos de estar contentos. Y más aún tienen que estarlo quienes viven en Siria o en Irak, porque cuando miren al cielo y vean llegar los aviones sostenibles, si antes, en los tiempos en que funcionaban con combustibles fósiles, esbozaban una mueca de terror en sus rostros, ésta será reemplazada por una apacible sonrisa.

Les bombardearán. Destruirán sus casas y sus granjas. Harán añicos todo cuanto han construido con el sudor de su frente. Pero estarán felices. Porque si tienen suerte y sus hijos sobreviven a las bombas, unos años más tarde, cuando sean grandes y fuertes, como los polos no se habrán derretido y la tierra seguirá siendo fértil, podrán continuar sembrando tomates y esperar sin miedo, con el estómago lleno, al siguiente ataque aéreo.

Devastarán su mundo y al mismo tiempo les salvarán. No vaya a ser que, una vez soltadas las bombas, les entre el cargo de conciencia. Lo seguirán haciendo porque, aunque pretendan maquillarlo con coloridas campañas de marketing, el mantenimiento de su paz exige de vez en cuando algún cadáver. Ahora bien, sus máquinas de matar serán “cero emisiones” y no causarán ningún daño a nuestra amada naturaleza.

Queridos lectores, el mero hecho de pensar en el diseño de aviones de combate sostenibles es una perversión de la mente humana, de los principios más básicos que deben regir la vida de todo aquel que se precie de pertenecer a nuestra especie. Noticias como esta no son sino pasos hacia el abismo al que nos dirigimos por la estupidez y la hipocresía que lo envuelve todo.

La guerra es siempre cruel, perversa y, sobre todo, innecesaria. Acabemos con ella de una vez y con todo lo necesario para hacerla.

*Juez y escritor

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