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Matías Vallés.

Al Azar

Matías Vallés

El virus con rostro humano

El coronavirus se ha abrazado a Occidente con tal intensidad succionadora que cuesta abordarlo sin imprimirle categorías humanas. Por ejemplo, un acusado carácter contradictorio, que se traduce en las visiones antagónicas sobre su naturaleza y su impacto. En los días negros, se le cataloga de asesino implacable al que se debe replicar de forma inmisericorde. Sin embargo, cuando luce el sol se tilda al virus de engorro inofensivo, que no ocasionará mayores calamidades que un inevitable compañero de viaje. Los partidarios de la inmunización se felicitan de que las vacunas hayan domesticado al ente salvaje, los antivacunas señalan que la debilitación de los efectos confirma su despreocupación suicida. Como hay argumentos para todas las posturas, la vertiente científica no explica demasiado bien las caídas de las infecciones en sucesivas oleadas en India o Sudáfrica, con una vacunación deficiente. O la extinción de la pandemia en Japón, con una vacunación estrictamente voluntaria. Los enemigos de Pfizer y compañía quedan desmentidos por los efectos devastadores en personas no inyectadas.

“Nos vamos a contagiar todos” hubiera sido una perspectiva ominosa durante los confinamientos de 2020, pero se ha convertido en el animoso lema actual de la comunidad científica, a la curación por la enfermedad. Se adoptan restricciones tan peregrinas como el pasaporte COVID, al mismo tiempo que se relativizan los efectos de ómicron, porque el 98 por ciento de los contagiados se recuperan sin ver a un médico. El autodiagnóstico farmacéutico como escalón previo al autotratamiento domiciliario.

El abrazo inesperado de afirmacionistas y negacionistas sobre un coronavirus cataclísmico y anodino a la vez deja fuera a los siempre minoritarios escépticos, anudados a sus paradojas. El objetivo final consiste en reducir la pandemia a una gripe, a martillazos si es necesario. El inesperado desembarco de la flurona, que debió ser coroflu y que fusiona ambas enfermedades, vuelve a demostrar que la etimología también es la raíz de la biología.

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