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El meollo

La trasera del Concello

El Meollo de la cuestión está en saber a cuento de que viene insistir una y otra vez sobre ese aserto totalmente erróneo de que la próxima rehabilitación de la Casa Consistorial permitirá la recuperación de su antigua fachada principal hacia la calle Alhóndiga. A ver si nos aclaramos.

Una cosa fue la sede del Ayuntamiento levantado en el siglo XVI y otra distinta fue el Ayuntamiento edificado en el siglo XIX; aquel miraba al interior de la muralla que cerraba la ciudad, y este otro hacia el exterior de la misma para impulsar su expansión. El primero se erguió sobre el solar que había ocupado la torre de Bastida Grande, mientras que el segundo se construyó sobre el mismo solar de ambos, pero con una orientación totalmente distinta.

Precisamente fue Alejandro Rodríguez Sesmero quien a poco de acceder al puesto de arquitecto municipal (director facultativo de obras municipales, en su denominación más correcta) para reemplazar a Justino Flórez tras su marcha al Concello de Vigo, reconstruyó los planos de las dos plantas de aquella vetusta Casa Consistorial. Fue un trabajo testimonial de Sesmero antes de proceder a la demolición acordada por la corporación municipal ante su mal estado, a fin de acometer su propio proyecto del nuevo Ayuntamiento.

Aquella primera edificación tuvo su entrada principal por la mentada calle Alhóndiga, porque fue lo que procedió en buena lógica, al encontrarse dentro del recinto amurallado. Fuera era un descampado. Sin embargo, esta nueva edificación se orientaba al exterior, cuando la histórica muralla se encontraba en fase de derribo, y contemplaba la futura Alameda como una especie de antesala ajardinada, en donde también comenzaban a plantarse distintas especies exóticas para estudiar su aclimatación y desarrollo por estos pagos.

Por tanto, la Casa Consistorial de Sesmero siempre tuvo su entrada principal por la plaza de España, una obviedad que se desprende de su propia estampa, aunque también dispuso de la otra entrada trasera, inutilizada en los últimos tiempos. Ahora su recuperación viene dada para favorecer la accesibilidad mediante la instalación de un ascensor. Pero esta resulta otra cuestión bien distinta, que nada tiene que ver con su uso histórico.

Hay cosas equivocadas, intencionadamente o no, qué a fuerza de repetirlas una y otra vez, terminan por considerarse ciertas.

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