Entre las epístolas de don Secundino Lorenzo, encontramos esta “joya”, muy curiosa, interesante y a la vez sorprendente, del insigne galeno, que demuestra su ingenio, su capacidad de crítica y su jocosidad.

“Por casualidad estos días he tenido aquí de visita a dos hombres de mar, hijos de los antiguos de dos antiguos patrones, ya fallecidos, cuyos nombres llenaron unos años de la vida marinera, que es como decir la totalidad de la vida de Marín y hasta hicieron cantar al pueblo entero:

“Disque no Canto da Area – O mellor patrón.

Que anda nos barcos – chámasse o Putón.

Iso no é verdá – iso dino de pava.

Porque o mellor patrón – chámase Alberto Batalla”.

Y claro está que recordando que yo también cantaba así de niño, tuvimos una extensa conversación de la que anoté cosas curiosas, perdidas en el tiempo. También hablamos de los arroaces y cuando se fueron mis visitantes, que volverán, me puse a escribir la tontería que sigue.

“El arroas es un animal acuático, que se diferencia de los otros, por unos dispositivos para extraer el oxígeno del agua, para lo que tiene que salir a la superficie para hacer acopio del aire, produciendo en esta inspiración un fuerte ruido, algo articulado, de tal modo que el nombre de arroas, puede ser, la onomatopeya de esta función respiratoria. Quizás lo músicos de marras, un tanto desentonados al empezar a tocar, tuvieran algo recordatorio de la respiración del pez. Racionalismo, imperialismo, marxismo, existencialismo, justicialismo… Todo eso puede llamarse también arroacismo, es decir, desentonación, desquiciamiento, tropezón.

No creo que haya un solo hombre que no haya sufrido, sufra o sufrirá de arroacismo. El hombre universalmente llamado, es un arroás, que desentona a cada paso y cuando en su orgullo cree que marcha más acorde, más entonado, es cuando desafina estrepitosamente. En el concierto de esta vida (que es un barullo), cuando utilizamos los preciados instrumentos de la laringe y de la boca para expresarnos, es cuando más desentonamos. ¿Qué hizo Adán al desobedecer al Señor, sino un desentono total, una pifia terrible, de la que seguimos pagando las consecuencias?... Adán fue el primer arroas.”