Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago.

Israel, un intruso en las negociaciones con Irán

El Estado judío se ha convertido en un intruso no deseado en las difíciles negociaciones en torno al pacto nuclear con Irán, denuncia la ONG antimilitarista CodePink. Los gobiernos europeos firmantes de ese pacto, abandonado por el Gobierno estadounidense de Donald Trump, acusan a Teherán de desdecirse de los compromisos alcanzados en la primera ronda de negociaciones.

Lo atribuyen a una postura de mayor dureza adoptada por Irán tras la toma de posesión de su nuevo presidente, Ebrahim Raisi.

Como señalan los codirectores de CodePink, Medea Benjamin y Ariel Gold (1), París, Londres y Berlín pueden tener razón en sus críticas a Teherán, pero se olvidan de las gestiones obstruccionistas de Israel.

Así, el primer ministro del Estado judío, Naftali Bennett, ha instado a los gobiernos occidentales que negocian en Viena a adoptar la máxima firmeza frente al régimen de los ayatolas. Según el canal de televisión israelí ElDoce, funcionarios de ese país han pedido a Washington que tome medidas militares contra Irán, ya sea atacándolo directamente, bien haciéndolo contra una base iraní en el Yemen.

Como recuerda CodePink, entre 2010 y 2012, Israel asesinó a cuatro científicos nucleares iraníes, y en julio del pasado año, un incendio al parecer provocado por una bomba israelí causó daños importantes en una de sus instalaciones nucleares.

Asimismo, el 27 de noviembre de 2021, es decir una semana después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, un arma de control remoto con toda seguridad israelí acabó con la vida del arquitecto de su programa nuclear, Mohsen Fakhrizadeh.

¿Qué habría sucedido, se preguntan Benjamin y Gold, si, como represalia por aquel asesinato a traición, Irán hubiese decidido atacar al Estado judío? Da escalofríos solo pensarlo. Los iraníes parecen haber reconstruido mientras tanto y hecho más seguras sus instalaciones nucleares subterráneas y están enriqueciendo al mismo tiempo su uranio a cada vez mayor velocidad.

EE UU ha advertido mientras tanto a Israel de que sus provocaciones son contraproducentes, algo de lo que el Gobierno de Tel Aviv parece hacer caso omiso. El jefe de la diplomacia judía, Yair Lapid, viajó recientemente a París y Londres para, según CodePink, pedir a esos Gobiernos que no apoyen los esfuerzos de Washington por regresar al pacto nuclear con Irán.

A su vez, el ministro israelí de Defensa, Benn Gantz, y el jefe de los servicios de inteligencia, el Mossad, David Barnea han mantenido en Washington conversaciones con el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, el secretario de Estado, Anthony Blinken, y con la CIA.

Aparte de esas gestiones diplomáticas, denuncia la ONG pacifista, Israel se está preparando militarmente para un eventual ataque a Irán. A tal fin llevó a cabo en octubre y noviembre maniobras a gran escala en su territorio. Para la próxima primavera, el Estado judío proyecta un gran simulacro de ataque aéreo en el que se utilizará el avión de combate polivalente de quinta generación Martin F-35.

Por su parte, el comandante de las fuerzas norteamericanas en Oriente Medio, Kenneth McKenzie, Estados Unidos dice estar preparado para un eventual fracaso de las negociaciones con Irán.

La Agencia Internacional de la Energía Atómica se muestra mientras tanto preocupada por el enriquecimiento del uranio que, en clara violación del pacto nuclear, lleva a cabo Irán en la instalación que tiene en Fordu, al sur de la ciudad santa para los chiíes de Qom.

Irán ha enriquecido allí su uranio hasta una pureza del 63 por ciento pese a que el pacto suscrito por su Gobierno establece que no puede superar el 3,67 por ciento. El régimen de los ayatolas argumenta que seguirá haciéndolo mientras EE UU no renuncie a sus sanciones contra Irán, que han hecho dispararse la inflación y que impiden al país importar fármacos que necesita con urgencia para tratar enfermedades como la leucemia, la epilepsia o el coronavirus.

CodePink se pregunta cómo es posible que un país como Israel, que tiene entre 80 y 400 bombas atómicas y recibe anualmente 3.800 millones de ayuda militar de Washington, parezca empeñado en arrastrar no solo a su propio pueblo, sino también a EE UU y al mundo a una aventura militar de consecuencias con seguridad catastróficas.

(1) Publicado en la revista trimestral estadounidense ‘Jacobin’

Compartir el artículo

stats