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Carmen Pérez Novo.

La excelencia del preservativo

El sexo siempre nos ha planteado problemas. Y es que, en muchas culturas, los temores relacionados con la sexualidad, llevan siglos sometidos a tremendas legislaciones y a confusos prejuicios heredados. O permanecen dentro del ámbito religioso. De hecho, llama la atención, la insistencia con que las religiones han absorbido su regulación. Pero, de forma caótica. Sin ir más lejos, y en lo que se refiere a la Iglesia católica, todo lo relacionado con la búsqueda del placer, en el ámbito sexual, ha sido, y es, motivo de recelo y escándalo. Y, sin embargo, curiosamente, siempre ha mostrado tolerancia al placer de la comida, poder, riqueza, lujo, dominio... Pero al sexo, es como si le tuviera verdadero horror. Y, creyéndose en posesión de la verdad, opina sobre cuestiones de salud sexual, hasta tal punto que aún hoy, continúa prohibiendo todo tipo de contraceptivos. Y, por supuesto, el uso del preservativo.

"La Iglesia católica, las perturbaciones del sexo y los métodos de protección"

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Ahora bien, aunque la mayoría de los católicos –el 80% de los españoles así se confiesa– incumplen el precepto religioso y son contrarios a las prohibiciones de la jerarquía eclesial en cuestiones de orden moral, en lo referente a este punto, parecen seguir las indicaciones al pie de la letra. Y lo hacen con tanta intensidad que se olvidan de que, este método barrera por excelencia, el condón, protege de las infecciones de transmisión sexual (ITS). Y en determinadas ocasiones, la práctica, sin el uso adecuado, produce muchas desdichas. Porque, hay que reconocer que, aunque el catolicismo tiene una gran sistema de reciclaje del alma humana y diversificación de la culpa –disfrutas, pecas, te confiesas y, vuelta a disfrutar– no es que yo quiera aguarles la fiesta, pero hay tipos de gérmenes que producen afecciones tales como la sífilis, gonorrea, herpes genital, sida... que tienen mucho poder y fuerza y, hoy por hoy, la única arma capaz de hacerles frente es la abstinencia..., la castidad... la fidelidad...

¿Que les parece muy aburrido y no están dispuestos a pasar por esta vida sin echar...? Pues como diría este excelente método barrera, que sigue en pie de guerra, a pesar de las discriminaciones a que es sometido cada día y al que ya Madame de Sevigné, en 1726, se refiere como “armaduras contra el amor y telarañas contra la infección”: pecar –satisfaciendo los más bajos y sucios instintos, eso ya sería expresión de la Iglesia– allá cada cual con su conciencia, pero conmigo.

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