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Joaquín Rábago.

Aprovechar los fondos europeos para la transición energética

Teniendo sol y viento abundantes, no es de ningún modo aceptable que nuestro país no vaya mucho más avanzado en la explotación de las energías renovables.

Veremos si se aprovechan los fondos que nos llegan ahora abundantes de Europa para dar un fuerte impulso a la llamada “transición energética” y colocarnos en cabeza de la propia UE.

Posibilidades no faltan: a la abundancia de esos recursos naturales hay que sumar los avances tecnológicos en el tema, por ejemplo, de la energía solar.

Hay, por ejemplo, una nueva generación de células fotovoltaicas que permiten incrementar de modo considerable el aprovechamiento de la energía que nos llega del astro rey.

El silicio, utilizado en las placas solares, solo es capaz de convertir en electricidad una parte limitada del espectro luminoso mientras que el resto queda desaprovechado.

Los expertos del llamado Centro para Células Solares de Alta Eficiencia, radicado en la localidad alemana de Frauenhof, trabajan desde hace tiempo en un nuevo sistema más eficaz.

Si hasta ahora el límite teórico de efectividad de las células de silicio es de cerca del 30 por ciento, los científicos de ese centro experimental han logrado elevarlo hasta un 46 por ciento.

Lo consiguen superponiendo distintas células solares fabricadas con diferentes materiales para semiconductores, cada una de las cuales aprovecha una parte distinta del espectro solar, según cuenta el semanario alemán ‘Der Spiegel’.

Se trata de materiales como el arseniuro de galio, importante semiconductor empleado para fabricar, por ejemplo, circuitos integrados, o un mineral conocido por el nombre de perovskita (trióxido de titanio y de calcio).

Esas nuevas placas fotovoltaicas son sometidas a las temperaturas más extremas, tanto de calor como de frío, así como a condiciones de humedad del aire de hasta un 85 por ciento.

De lo que se trata ahora es de encontrar superficies donde poder instalar esas placas que no tienen por qué ser, como ocurre habitualmente hasta ahora, terrenos abiertos.

Así, por ejemplo, en Alemania, donde con la entrada de los Verdes en el Gobierno federal se van a priorizar las renovables, se piensa ya en todo tipo de nuevas ubicaciones.

Por ejemplo, utilizándolas a modo de cubierta en los aparcamientos al aire libre, o bien en la red ferroviaria, con lo que los trenes que circulasen por allí podrían aprovechar la electricidad así generada.

Algunas son ya realidad, y así, en el ‘land’ de Sajonia se han instalado ya treinta y ocho módulos solares entre las traviesas de la vía férrea.

El potencial es enorme, según cuenta el investigador Harry Wirth, del citado laboratorio alemán: “Imagínense que los folios que cubren los invernaderos donde se cultivan tomates. Se triplicaría fácilmente la producción fotovoltaica española”.

Pero hay otros muchos lugares donde podrían instalarse ese tipo de células solares: tejados, fachadas de edificios, barreras contra el ruido a lo largo de las autopistas, islas artificiales e incluso el techo de los vehículos de motor, sobre todo los camiones.

Se nos abren por tanto un sinfín de oportunidades de generar energía eléctrica a partir de la luz solar si se logra vencer la burocracia, los poderosos intereses de la industria de los hidrocarburos y las propias resistencias de muchos ciudadanos. Las próximas generaciones nos lo agradecerán.

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