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Antonio Touriño

Mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Gestión de humo

Atrás han quedado muchas expectativas que en su día se presentaban como indiscutibles avances que engrandecerían la comarca porque la encauzaban hacia el progreso como unidad territorial. Y llegaban buenas noticias en todas las direcciones, desde la pesca al campo, desde la administración a la investigación, que luego quedaron en aguas de borrajas.

Podría comenzarse con la ría más rica del mundo que aunque acaba de ganar solvencia al designarse el Intecmar como laboratorio español de referencia para el análisis de biotoxinas marinas, todavía sigue dependiendo del ombliguismo de unas administraciones que venden humo y centran su estrategia en las ciudades de grandes dimensiones frente al criterio racional, el de la proximidad.

Pasan los años y las pretensiones de Vilagarcía duermen un sueño de Morfeo cuando en pesca y marisqueo, el objetivo era tan racional como el laboratorio de bivalvos y crustáceos Cefas (Centre for environment fisheries & Aquaculture Science) que abandonó Plymouth cuando se hizo efectivo el Brexit en el llamado Reino Unido. ¡Habrá que conformarse con las migajas!

Pero también se perdió relevancia cuando la Universidad decidió cesar a Fernando Cobo en la dirección de la Estación de Hidrobiología de O Con, un hachazo que solo tuvo como respuesta una mal explicada reunión del rector de Santiago con el alcalde, de la que ya nunca se volvió a saber.

Y no solo en el mar vencen los centralismos pues también la agricultura se encuentra con unos handicaps más propios de Groucho que del sentido común. Háblese pues del Consello Regulador de la Denominación de Orixe Rías Baixas que parece constituído en Pontevedra para defender las inexistentes parras de albariño de la plaza de A Ferrería en una capital que aunque dicen que “da de beber a quen pasa”, de uvas solo conocen las de mesa. Difícil, por tanto, comprender que hace allí una institución que organiza los intereses vitícolas de O Salnés y Baixo Miño.

Saltando a otro ámbito, el puramente administrativo, tampoco parece inteligente asimilar por qué Vilagarcía sigue en la segunda velocidad del progreso, alejada de las infraestructuras modernas de comunicación, olvidada por la administración de Justicia e impelida por la desidia gubernativa (véase la decisión de rebajar la categoría de la Guardia Civil con el proyecto para Cambados).

Todas ellas decisiones tomadas al margen y a espaldas de los ciudadanos que las asimilan mascadas y sin posibilidad de réplica. Se hace así y ya está y que nadie lo discuta porque estaría en un craso error. Atreverse a decir que yerran sería una afrenta a pesar de que realicen, destruyan o abandonen infraestructuras cuándo y cómo les viene en gana. Ejemplos, a cientos en la última década. En aras de la brevedad, como diría un jurista sin argumentos, bastaría con citar la millonaria inversión de más de diez millones de euros para instalar unas vías ferroviarias por el centro de la ciudad que desde hace casi dos años no sirven para nada, los más de tres kilómetros de plataforma de autovía entre Curro y el Enlace Costa (unos 20 millones perdidos), derribo del acuario de A Compostela, millonaria inversión en la ampliación del Hospital do Salnés sin mejorar servicios, construcción de un edificio judicial que dedica más espacio a escaleras y pasillos que a las oficinas, eliminación de servicios como el Laboratorio de Análisis Clínicos. Cítanse por resumir algunas aberraciones que conserva la memoria.

Todo ello requiere una reflexión profunda porque se ha quemado demasiado dinero y en el horizonte solo queda el rastro de un voraz incendio.

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