Opinión

Cosas que es de estricta justicia reconocer

A veces para bien y otras para mal, no es fácil entender el último siglo de la historia de España sin la presencia del PCE, que el domingo cumplió 100 años desde su fundación como escisión del PSOE. Es más sencillo, en cambio, elegir el inicio de su periodo más positivo, aquel en que, dos décadas después del inicio de la Guerra Civil, orienta su acción política a la reconciliación entre los españoles (1956), anticipando veinte años el que sería el espíritu de la transición. A la muerte de Franco, en 1975, el PCE aglutinaba y articulaba a través de una organización que de un modo u otro llegaba a todas partes a un segmento sustancial de la oposición democrática, en buena medida no comunista. Nadie que aplique un mínimo rigor histórico debería dejar de reconocer su decisiva contribución al cambio democrático en España y, ya en un régimen de libertades, a la construcción de un Estado social.

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