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Juan Tapia.

Nuestro mundo es el mundo

Juan Tapia

Tragarse un cocodrilo

El pacto de PP, PSOE y Podemos ha sido el mal menor, pero ha desprestigiado a la política

Al final, tras años de prórroga, ha habido acuerdo para renovar tres relevantes órganos –el Tribunal Constitucional (TC), el de Cuentas y el Defensor del Pueblo– para los que la Constitución, buscando el consenso y la máxima cualificación, exige una mayoría muy cualificada de tres quintos. Queda pendiente el relevante Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de los jueces, pero mejor algo que nada.

Sin embargo, la satisfacción ha dado paso a la tristeza y la decepción porque uno de los juristas elegidos por el PP para el Constitucional, Enrique Arnaldo, ha compatibilizado su cargo de letrado de las Cortes con asesorías bien retribuidas a distintos gobiernos autonómicos del PP y ha participado en actos de FAES y escrito artículos en “El Imparcial” que parecen más propios de un militante que de un jurista conservador. La partitocracia ha llevado a que el meritorio consenso se haya transmutado en cuotas partidarias en la renovación del Constitucional: dos puestos para el PP y dos para el Gobierno de PSOE y Podemos. No importa quiénes.

Como dice el profesor Arbós, el consenso tiene poco que ver con las viciosas cuotas, pero según la teoría del mal menor más vale renovar los órganos que dejarlos pudrir en la anormalidad constitucional. Aunque en el Constitucional vaya a estar alguien tan especial como Enrique Arnaldo, que indigna a gran parte de la opinión, a los partidos que no han suscrito el pacto y que, además, arriesga ser recusado en muchas ocasiones. Rufián, el deslenguado portavoz de ERC, ha acusado al PSOE y Podemos de tragarse no un sapo sino un cocodrilo de difícil digestión.

Resultado, el prestigio de la política, ya no muy alto, ha bajado algún grado más, lo que no ayudará a afrontar los graves problemas de España. Unos días (muchos) es porque el PSOE y el PP no saben pactar nada. Ahora, porque el PP, el PSOE y Podemos (que ha colocado a un jurista próximo) han firmado el pacto del cocodrilo. El mal menor –renovar los órganos constitucionales– es pese a todo el mal menor, pero huele mal y aumenta el ruido y el malestar.

¿Ha sido coherente Odón Elorza, valiente socialista guipuzcoano, al no votar a Arnaldo? Desde el punto de vista individual sí, pero si todos los diputados socialistas hubieran hecho lo mismo no habría habido la imprescindible renovación. Pero, ¿deben ser los diputados poco más que obedientes funcionarios de partido? Para pensarlo.

“Lo peor es que, pese a Enrique Arnaldo, el PP sigue sin garantizar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que lleva tres años de retraso”

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Lo peor es que el PP tampoco garantiza renovar el CGPJ. ¿El mal menor para volver a tropezar con la misma piedra? Y en la Moncloa creen que será el PP el que pagará un alto precio por colocar en el TC a alguien como Arnaldo, mientras en Génova se frotan las manos porque han forzado al PSOE a tragarse un vaso de aceite de ricino, lo que irritará a parte de sus electores y le puede indisponer con sus aliados. ¿Creen que será útil para separar al PSOE y Podemos –juntos por un día– de sus socios de ERC, PNV y Bildu? Nada satisfaría más a la derecha que la explosión de la coalición Frankenstein.

El Gobierno de Sánchez padece un serio desgaste de materiales porque Podemos lleva al aire libre sus peleas con el PSOE sin ninguna cultura de Gobierno. Y no entiende que si el BCE financia nuestro déficit y los países europeos nos ceden 70.000 millones para inversiones, no es porque compartan las recetas de Pablo Iglesias o Yolanda Díaz. ¿Se quiere estar en la UE, sí o no? No se puede tomar el dinero y correr luego a decir que Europa no nos entiende.

Sí, el Gobierno PSOE-Podemos sufre por sus muchas y continuas incoherencias, pero la alternativa de la derecha es menos presentable en Europa. ¿Es posible una mayoría de derechas? En todo caso, solo con una coalición en la que Pablo Casado –o Isabel Díaz Ayuso– sería más rehén de Vox que Pedro Sánchez de Podemos. Y en Europa –empezando por Alemania– Podemos no gusta nada, pero la entrada de la extrema derecha en los gobiernos –incluso regionales– está prohibida. Por consenso democrático.

Esta semana nuestra democracia ha funcionado mal y el Gobierno tantea el suicidio, pero una alternativa PP-Vox, que alguna prensa conservadora de Madrid ve tan normal como ir a la Sierra el fin de semana, no tendría nada en común con la derecha europea.

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