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Javier Guerra opinador

Vigo, con luces cortas y abandonada en los Presupuestos del Estado

Madrid mira hacia Lisboa, mientras Lisboa mira hacia Vigo. Y Vigo se mira el ombligo, capaz únicamente de encender las luces cortas cuando se imponen las largas. Está claro que, para el Gobierno de España, Vigo está en la esquina de la esquina de una esquina. Basta con echar un vistazo a la propuesta de Presupuestos del Estado para comprender que es así.

En comunicaciones, la ciudad está sometida a la centralidad de Santiago como paso previo a alcanzar la centralidad de Madrid que es, a su vez, el paso previo para alcanzar la centralidad de Europa. Obligada a ir en dirección contraria a la lógica. Lisboa ha sabido ver que la forma más rápida de llegar al norte es… dirigirse hacia el norte. Y que para ello debe apostar por la intermodalidad, que combina el transporte marítimo con el aéreo, el ferroviario y el que se hace por carretera.

Los 217.000 euros que los presupuestos prevén para la variante de Cerdedo, necesaria para evitar el rodeo por Santiago del AVE al que hemos sido castigados, significan que esta obra no es una prioridad y habrá que esperar, todavía más. Y el propio alcalde ha tratado de convencernos de que lo que pasa es que la mejor forma de ir al sur es… dirigirnos al norte.

Lo mismo podemos decir de los 50.000 euros reservados para una biblioteca que cuesta más de 10 millones. O de los 465.000 euros que se dedicarán a también contemporizar en la salida sur de ferrocarril, esa que nos debería conectar con el eje europeo proyectado desde Lisboa y Oporto.

Vigo se empeña en resignarse. Los datos sobre la evolución del empleo en Vigo y el norte del país vecino son elocuentes, como lo son los del tráfico portuario o aeroportuario. Lisboa mira hacia Vigo, pero Vigo mira para otro lado. Parece como si el Gobierno de España se empeñara en levantar un muro para obligar a la economía portuguesa a pasar por Madrid. Un muro que limita el desarrollo industrial y las comunicaciones. Un muro sólido que se levanta ante una ciudad anestesiada bajo un decorado de cartón piedra y luces de led para parecer hermosa a golpe de cosmética y cirugía estética. O ante la sobrealimentación de una Zona Franca a la que los Presupuestos destinan nada menos que 38 millones de euros y que amenaza con convertirse en un burdo chiringuito al servicio del partido que gobierna en Madrid y en la ciudad.

Es urgente que desde Vigo se interprete el mensaje que nos llega . Que la ciudad es un paso necesario que la convierte en escenario central de una región europea dispuesta a afrontar las oportunidades de una economía en expansión. Y no debemos verlo en clave de competencia, sino con voluntad de cooperación. Porque todo ese esfuerzo de Portugal en apostar por el norte será en vano si Vigo no acepta el desafío. De lo contrario, la ciudad se convertirá, nuevamente, en un peón sacrificado en aras de una estrategia ajena. Como sucedió con una reconversión industrial que implicó la destrucción de empresas sin más, cuando hubiera sido necesario, como lo es ahora, una apuesta por la innovación y el conocimiento.

La visión, las luces largas, probablemente no sean tan rentables para conseguir votos a corto plazo. Pero está claro que gobernar con visión estratégica es lo mejor para la ciudad y para la ciudadanía. Y no basta con echar balones fuera. La ciudad sí es nuestra competencia, ya estemos en el Ayuntamiento, en el Parlamento de Galicia, en el Congreso o en el Senado. Y debemos asumirlo de forma coordinada.

*Senador del PP

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