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Pedro de Silva

Una hermosa y digna marcha final

Con enorme respeto pero sin veneración, con recogimiento pero sin tristeza, con deferente curiosidad, escucho la canción “Feurlicht” (‘Luz de fuego’), del formidable músico Herbert Grönemeyer, elegida por Doerte Lebender para salirse de la vida de forma asistida en Ibiza. Es una muy bella canción, de inusitada fuerza, muy alejada de los soniquetes místicos del new age. La voz, en un poderoso alemán, discurre en una sucesión de abruptas subidas y calmas bajadas, y hay en ella un requerimiento de respuestas lanzado al aire con más convicción que esperanza, que no denota resignación, pero tampoco rabia. En la traducción de la letra al final se pide solo un minuto tranquilo, una noche de paz, como si fueran la misma cosa, y tal vez en esa desaparición de las medidas del tiempo consista la eternidad, cuya incomprensión por la mente humana es el compendio último de nuestra condición.

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