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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las especies

Se equivocan, en opinión de quien esto escribe, aquellos que parecen dispuestos a resucitar el viejo lema del “non” que, generalmente sin argumentar demasiado, se convertía en un absurdo que a nada conduce. Viene a cuento el recordatorio por el anuncio de la Consellería do Mar, con apoyo de la Vicepresidencia económica, para desarrollar un estudio acerca de los posibles efectos de la creación de parques eólicos marinos en el Cantábrico gallego. La tarea serviría, además de para lo obvio, para determinar si la inquietud del sector pesquero está o no justificada y la compatibilidad de ambas actividades.

Después de que la empresa “Iberdrola” anunciase la posibilidad de instalar aquí dos de esos parques, se abrió una cierta polémica, en principio desde sectores de un ecologismo más utópico que efectivo. Y como se ubican en el etéreo “progresismo”, el asunto “conmovió” al Gobierno central, que abrió dudas acerca de la vialidad de los proyectos marinos. Como era de esperar, las posibles inversoras hibernaron sus planes y se produjo una interrogante a la que nadie parece dispuesto a hacer frente. Algunos de los disconformes se apoyaron en razones muy parecidas a las manifestadas por pescadores portugueses, pero el proyecto de Leixoes, con apoyo del Gobierno de Lisboa, sigue adelante. Aviso a navegantes.

Aquí, en Galicia –y en el resto de España– el asunto se ha politizado, o quizá por mejor decir, partidizado como tantos otros. Es decir, que los partidos discuten la idoneidad de las plataformas eólicas marinas sin apoyos sólidos de estudios que demuestren que son perjudiciales para la fauna oceánica o dañen el medio ambiente costero siempre que se ubiquen a distancia conveniente y se controle su actividad, que es lo que se suele hacer. Y de lo que se le encargaría por la propia Xunta la Xunta a expertos en la cuestión, consciente el Ejecutivo autonómico de la abundancia de meros aficionados, parientes ideológicos de una u otra sigla.

No se pretende, y menos sin conocer al detalle los trabajos ya hechos o en producción que aporten datos, determinar quién lleva razón. Pero tampoco debe olvidarse que el medio ambiente es clave para todas las especies que cohabitan el planeta, incluida la humana, que tiene unas necesidades a resolver y es clave para la armonía que haga posible la convivencia. Resultaría absurdo dejar sin control su satisfacción, pero muy irracional también olvidarlas. Y el disparate de la opción obligatoria entre el desierto y la selva virgen no llevaría a los objetivos que dicen defender los medioambientalistas ni a los de los superexplotadores.

No se trata de mezclar churras con merinas. Sólo de reflexionar acerca de lo que hay y de lo que previsiblemente se necesitará. A día de hoy no se puede pretender que, demostrada y legislada la necesidad de la transición hacia consumos, por ejemplo de energía, procedentes de las llamadas renovables, se discutan la obviedad y la utilidad. Y desde luego es absurdo descartar de antemano las opciones que se plantean desde la lógica para atender a otras que suenan a auténticos disparates. Y eso es lo que en demasiadas ocasiones se proponen por los “expertos” que siempre aparecen en tropel en el momento en que surgen problemas concretos.

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