Opinión
El Estado emprendedor
El mundo cambia y, con ello, toca adaptar la forma en la que se produce la intervención pública. En el ámbito de la promoción económica, existe un amplio consenso de que las empresas nacionales, regidas por criterios burocráticos, no son el camino. Por supuesto, hay quien sigue defendiendo cosas como la banca comercial de carácter público. Lo respeto, pero no lo comparto. El sector público no está para competir con el privado; debe concentrarse en hacer otras cosas en el frente económico.
En primer lugar, regular y supervisar bien para anticipar y evitar efectos indeseados; para evitar prácticas oligopolísticas que nos dejan desamparados a los consumidores; para que no ocurran cosas como las que estamos viendo en el ámbito de la energía eléctrica.
En segundo lugar, ofrecer buenas condiciones para la actividad económica. Las inversiones en educación, infraestructuras, TIC o la seguridad jurídica son fundamentales para que la actividad privada florezca. Y son un buen argumento para que luego las empresas que se benefician de ese entorno tributen y contribuyan también a su financiación.
En tercer lugar, algo de lo que hablamos poco, pero que es tan importante como lo anterior: desplegar la función emprendedora del sector público, haciendo apuestas por iniciativas que son difíciles de abordar por las empresas privadas por distintos motivos: porque las inversiones son enormes, porque los riesgos son difíciles de asumir, porque una empresa privada aisladamente no es capaz de atrapar todos los efectos positivos de los proyectos y, por tanto, no se anima a hacerlos. Cada día somos más conscientes de este rol que, sin duda, ha sido reforzado por el impulso a la colaboración público-privada en la pandemia.
La Sociedad Impulsa creada hace unos meses en Galicia es una innovación en el mapa autonómico que demuestra con claridad el potencial de este cambio de enfoque. Uniendo talentos y recursos públicos y privados, se están madurando proyectos productivos tractores que buscan concretar lo que tantas veces hemos dicho y escuchado sobre los recursos y posibilidades desaprovechadas en Galicia. Se maduran desde una óptica de país y buscando beneficios para el conjunto; pero también garantizando que se encontrarán inversores dispuestos y capaces de concretar e implementar los planes.
El primero de esos proyectos, el de la fabricación de fibras textiles sostenibles a partir de eucaliptos y frondosas, marca el camino y muestra toda la potencia del instrumento creado. Una iniciativa de este calado (800 millones de inversión) tardará un tiempo en comenzar a producir y vender, pero ilumina las capacidades del “Estado emprendedor”. El desafío ahora es repetir el éxito y convertirlo en rutina.
*Director de GEN (UVigo)
- Un arquitecto pagará 295.000 euros a un cliente por no avisarle de que la finca que compró en Toralla no es edificable
- La mujer de O Barco que saltó del balcón para huir de su pareja preguntó esa mañana cómo separarse pero no denunció violencia
- El ganadero que perdió 22 vacas fulminadas por un rayo: «Habrá que seguir; es lo que sé hacer y llevo así toda la vida»
- Se hace pasar por su nuera y escapa en una carretilla al estar trabajando cuando no debía en un aserradero de Nigrán
- El mayor parque acuático de Galicia desvela la fecha de apertura
- «Con radioterapia y extirpación de ganglios, en uno de cada tres pacientes hay linfedema»
- La Ley de Extranjería no es para todos: Nirsa y Darys lo saben bien
- Cesados el presidente y la consejera delegada de Ribera