Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los desaires

Los desaires

A juzgar por lo que se lee, o escucha, de la pugna entre los dos aspirantes a la secretaría xeral del PSdeG-PSOE, hay al menos una diferencia sustancial: en las declaraciones del actual ocupante del cargo –el señor Caballero, don Gonzalo– no asoma una gota de autocrítica, y en sus referencias a decisiones polémicas del Gobierno central hacia Galicia, ni el más leve reproche. Algo que su contrincante, don Valentín González Formoso, sin entrar en críticas a los ministros, sí admite al menos errores, los cita y recuerda la actitud de las instituciones que preside, reclamando, en línea con otras, lo que parecía justo. Sin ir más lejos, lo del IVA.

Ambos personajes tienen una responsabilidad añadida a las que comporta el hecho de aspirar a regir un partido que, como el Socialista, ha sido –y debe seguir siendo– un elemento imprescindible, desde la oposición y en la Xunta, de progreso y ratificación de la identidad propia de Galicia. Es, por supuesto, una opinión personal, que debe completarse con el realismo de dejar para otros la radicalidad política y también las manifestaciones “podemizadas”, proclives a eso que llaman antisistema. Un marco en el que no han estado los referentes del galleguismo socialdemócrata. Por cierto, a veces lejos de la dirección del PSOE.

El punto de vista anterior, sobre todo en lo que atañe al desigual –y perjudicial– trato de la coalición gobernante, se refuerza con el último (de momento) desaire del Gobierno a la Xunta: el rechazo a los planteamientos gallegos acerca del número de plazas a cubrir en los terrenos sanitario y educativo. La Oferta Pública de Empleo se atiene al límite vigente, que recorta las pretensiones del Ejecutivo autonómico. Algo que llama la atención por las múltiples ocasiones en que la oposición, aquí, ha reclamado el aumento de personal y, segundo, porque en otros casos, la letra de la ley ha sido interpretada según convenía a socios de Moncloa.

Quizá se trate de otra “casualidad”, pero ya sumarían demasiadas y siempre en la misma dirección. El nuevo desaire para con los intereses de este antiguo Reino contribuye a resaltar aún más las diferencias entre los rivales para conducir a la socialdemocracia gallega a una conexión más estrecha con la ciudadanía que aquí habita. Algo que es conditio sine qua non para recuperar siquiera en parte los votos perdidos por los hechos monclovitas y sus alrededores hacia el Noroeste. Y para esa recuperación será preciso algo más que eslóganes o soflamas que recuerdan antes al breviario podemita que al pragmatismo y sentido común que siempre ha definido a esta tierra.

En todo caso, y volviendo a la decisión de la OPE en lo que a Sanidad y Educación se refiere, convendría seguramente una revisión no tanto de la normativa legal vigente –que también–, cuanto la adaptación de los criterios a tener en cuenta para los casos particulares. Porque hay que considerarlos –toda regla tiene su excepción– y porque en Galicia esos dos servicios públicos son, por la dispersión territorial en ambos casos, y por la media de edad en lo sanitario, más caros y complejos de prestar aquí que en el resto. Y eso supone, a poco que se medite, no solo más recursos materiales sino, y quizá sobre todo, humanos. Curiosamente, en lo educativo, la anterior ministra, señora Celaá, exigió a la Xunta la contratación de más docentes, cosa que ahora la OPE –o sea, el Gobierno– descarta. Es otro desaire, como queda dicho, pero –además– a sumar a la lista, ya muy larga, de decisiones discutibles y contradictorias. Por eso conviene que en el reproche se oigan más voces, y distintas, junto a las de la Xunta.

Compartir el artículo

stats