Opinión | Crónica Política
El acuerdo
Es cierto que, en todos estos años, políticos de varias ideologías, junto a otras fuerzas vivas de la sociedad española, llegaron a acuerdos importantes. También que desde los pactos de la Moncloa –que fueron decisivos para encauzar la democracia y, con la Constitución igualmente respaldada y redactada por los principales partidos, para estabilizarla– se lograron otros de gran envergadura. Pero –casi siempre hubo un adversativo en los hechos positivos de la historia de España– en los últimos tiempos la tendencia descendente se agudizó y, a partir del desdichado “No es no”, el panorama español se ha oscurecido.
Cierto que a ello, desde una opinión personal, contribuyó quizá decisivamente la sucesiva decadencia de los liderazgos en el país, que llevó a máximos lugares de responsabilidad a personas –de todas las ideologías– que en circunstancias normales no habrían alcanzado plaza ni en la parte baja del escalafón de los gobernantes. Ni, por supuesto, los alrededores de la cúpula. De ahí –aunque no solo– procede la mayor parte de los males que, resumidos en uno, sería el de la imposibilidad de alcanzar políticas de consenso imprescindibles para que las crisis hubiesen sido menos agudas o probablemente más llevaderas.
(A todo eso se une el desarrollo de una estrategia, dinamizada por la parte más extremista del Gobierno actual, con el apoyo –tácito cuando menos– de la que no lo es tanto, orientada a eliminar lo que sus protagonistas denominan el “régimen del 78” –año en que nació la Constitución– para sustituirlo por un populismo radical que apenas tiene otros méritos que haber ilusionado a un importante sector de la población con soluciones fáciles para problemas casi imposibles. Es decir, que se especializaron, y aún lo hacen, en una gran farsa que solo beneficia a unos cuantos de los más cínicos defensores de lo que no practican: la igualdad).
Se deja constancia de la opinión para –salvando las distancias– dar la importancia que desde una óptica personal tiene la noticia de este periódico sobre un acuerdo entre la Xunta y Zona Franca. Se trata de trabajar conjuntamente en la creación, en el término municipal de A Cañiza, del Circuito del Vehículo Autónomo, sobre un millón de metros cuadrados y clave para entrar en el PERTE del motor y en los Fondos de la UE. Se necesita una colaboración plena en un sector en el que ya existe un clúster industrial de alto nivel y se ubica una potencia de primer orden europeo –en Galicia está “Stellanis”, que es el antes conocido por Grupo PSA-Citroen–, básica para la economía este antiguo Reino.
Hay otro dato que resaltar. Es la colaboración, que además se recupera entre dos organismos, estatal y autonómico, que ahora parecían en cierto modo contagiados por las malas relaciones entre el concello vigués –su gobierno con su alcalde al frente, para especificar– y el Ejecutivo que preside el señor Feijóo. Situación que parece, y así debería suceder, suavizada tras el remate de la estación intermodal en la ciudad olívica, en el que las tres administraciones pusieron lo que había que poner. De ahí que, con un suspiro de satisfacción, no hayan sido pocos los gallegos y las gallegos de todos los rincones del país que exclamasen, ante un pacto tan importante y que tanta falta hacía, lo de “¡por fin...!”.
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