Opinión | EDITORIAL

La relevancia de la vuelta de Conxemar

Expositores participantes en una de las últimas ferias de Conxemar celebradas en el Instituto Ferial de Vigo.

Expositores participantes en una de las últimas ferias de Conxemar celebradas en el Instituto Ferial de Vigo. / Marta G. Brea

La vuelta de la gran Feria Internacional de Productos del Mar Congelados (Conxemar), que esta semana reabrirá sus puertas en el recinto ferial de Vigo tras un año de paréntesis por la pandemia, tiene algo de inicio y final de ciclo que convierten esta edición en especial. Quizá sea por el hecho de que fue precisamente su cancelación en octubre de 2020, tras intentar salvarla hasta el último momento, una demostración más del grave impacto y la incertidumbre con que el virus golpeaba a las empresas. Su suspensión forzosa después de 21 ediciones consecutivas fue un mazazo no solo para los organizadores y el propio sector sino para toda la economía que se mueve en torno al mayor evento congresual de Galicia, convertido por méritos propios en un referente mundial. De ahí que su regreso puede verse como una metáfora del inicio de la ansiada recuperación económica y de la reanudación de una normalidad que todavía no es.

Poco importa que este año no se alcancen las grandes magnitudes de las que se presumía en el pasado. Aunque sean inferiores, no será en ningún caso una feria menor. Lo verdaderamente relevante es que Vigo, y por ende Galicia, recupera su principal marca de ferias y congresos, y con ello el fabuloso escaparate de uno de los grandes pilares de nuestra economía, la industria pesquera.

Con Conxemar, Vigo recobra un certamen de negocios mundial. Lo hace en un momento idóneo, cuando la flexibilización de las restricciones a la movilidad propicia los encuentros profesionales a nivel internacional, más allá del ámbito online al que habían quedado restringidos por la pandemia. Para la organización, también era importante no ausentarse por más tiempo del circuito ferial y mantener la edición de 2021, después de que la anterior tuviera que cancelarse por la situación pandémica. Así que no resulta difícil de entender por qué su celebración, aunque esté lejos de las cifras récord de expositores y asistentes de convocatorias precedentes, sea percibida por todos –promotores, administraciones y actores económicos– como un hito, además de suponer una bocanada de oxígeno para los sectores vinculados al certamen.

También lo entienden de forma similar los hoteleros y el resto de ámbitos que solían beneficiarse del impacto económico que dejaba la muestra en la ciudad y su área, con un gasto directo en el sector turístico de más de 12 millones de euros. Ningún otro evento mueve en la comunidad semejante volumen de público y de negocio. Con su recuperación, como en septiembre la de la Conferencia Mundial del Atún, la del congreso internacional de aeronáutica y aeroespacial, o la de la pujante feria Mindtech (Metal Industry and Tecnhologies Internacional Trade Fair) –que aspira a consolidarse como referente en su área de la excelencia del polo ibérico industrial–, los hoteles mantienen la esperanza de retomar el pulso gradualmente, tras el vapuleo sufrido durante 2020 y gran parte del presente año. Hasta agosto de 2022 también hay ya programados al menos una veintena de citas profesionales que sin duda contribuirán a recuperar la pujanza perdida.

Porque que Conxemar sostenga su enfoque global, mantenga en su programa el congreso internacional de la FAO y consiga reunir los próximos días en el Ifevi a casi medio millar de expositores de 28 países pese a las restricciones todavía en vigor es toda una demostración de la capacidad y fortaleza de los organizadores y de las empresas que la hacen posible. Más de valorar aún dado que el paso adelante del evento vigués sucede a las cancelaciones de la Seafood en Boston, líder a nivel mundial, pospuesta para 2022, y del estreno de la de Barcelona, la antigua Seafood de Bruselas. Por el contrario, lejos de desistir, Conxemar mantiene firme el pulso frente a otros competidores que pretendieron, y siguen intentándolo, arrebatarle su hegemonía en España y Europa.

En apenas dos décadas, la feria viguesa, como bandera de un sector que factura más de 15.000 millones y que emplea a 30.000 personas, se ha ido consolidando entre las tres más importantes del mercado occidental. Su fortaleza y buen hacer la llevó a sortear los desafíos de otros certámenes incapaces no ya de batirla sino de acercarse siquiera a la dimensión de la que aspiraban a fagocitar. Desfallecieron en su batalla por arrebatarle expositores, contraprogramando incluso sus citas en el entorno de fechas de la feria viguesa. Nada les sirvió para evitar el fracaso y, a la postre, claudicar. Pero aun así la amenaza persiste.

No se puede en ningún caso bajar la guardia. Por eso, es necesario que además de la ampliación en marcha del recinto ferial, que no estará a tiempo para esta edición, las administraciones impulsen y mejoren con determinación las infraestructuras aún pendientes. Lo hecho hasta ahora, con ser necesario, es insuficiente. También es preciso mejorar de una vez los accesos al recinto ferial para evitar las aglomeraciones de tráfico en los grandes eventos y potenciar Peinador como se merece con la implicación de todas las administraciones superando los nuevos reveses ocasionados por la pandemia. Solo en el caso que nos ocupa, las posibilidades de crecimiento de Conxemar como una feria más heterógenea, abierta a toda la cadena productiva, todavía están por desarrollar. Sumando fuerzas y aunando voluntades las oportunidades que se abren son potencialmente notables.

Vigo y Conxemar están unidos en una alianza que se ha demostrado clave para el sector y el progreso común. Mantener la feria enraizada como hasta ahora en la capital de la industria pesquera nacional ha de ser un objetivo permanente e irrenunciable. Las administraciones deben brindarle el apoyo político y material necesario para que así sea porque, no nos cansaremos de advertirlo, otros territorios no dudarán nuevamente en disputársela. Muchos la desean. Hay que evitarlo contribuyendo no solo a preservarla sino a abrir nuevos horizontes para que metas más ambiciosas sean posibles.

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