La minibiblioteca de Vilagarcía

Bastante avanzado ya el primer cuarto del siglo del XXI, que se siga hablando de colaboración pública con sociedades recreativas arcaicas como el Liceo Casino de Vilagarcía es, cuando menos, un contrasentido; y más todavía, cuando de una entidad como esa tan solo quedan las cenizas.

Indiscutible que durante décadas han tenido una razón de ser, aunque de corte elitista, pues cubrían un espacio de ocio que las instituciones apenas tenían en consideración: música, lectura, arte, bailes, reuniones, conferencias....

Pero esos fines sociales se han desmoronado, tanto que últimamente la única actividad reside en el manoseo de rancias barajas para un grupo de socios que no quieren despojarse de su carné de abolengo y para un grupo de jóvenes que desde este foro buscan hacer política.

Y no todo vale cuando se acude a las instituciones, simplemente porque si alguien te obsequia, mezquino es morderle la mano.

Salvar el Casino puede tener un componente nostálgico pero no debería incumbir al Ayuntamiento pues no deja de ser una entidad privada, con unos fines particulares y que a día de hoy en absoluto devuelve a Vilagarcía lo que le da.

El Gobierno local debería, quizás, repensar su colaboración, sin descartar siquiera retractarse del acuerdo que dejó a flote una entidad en la más absoluta quiebra, simplemente porque los ciudadanos ya no confían en sus contraprestaciones.

Y si los ciudadanos son los que abandonan ese barco parece poco reflexivo que una institución le salve los muebles. como es el caso del Ayuntamiento de Vilagarcía que casi le blanquea todas sus cuentas.

Pero más a más, resulta que la operación no solo se convierte en una urticaria para el alcalde Varela que seguirá favoreciendo a los cincuenta o cien socios de la entidad sufragando un nuevo local, el alquiler o con la cesión de la Casa Jaureguízar, sino que se encuentra conque el local que adquirió al Casino va a ser insuficiente para el fin elegido y además con un coste millonario.

Vilagarcía se merecía una biblioteca en condiciones, con superficie suficiente para que estudiantes, investigadores, simples curiosos o lectores empedernidos tuvieran a su disposición todos los medios de la novena ciudad más importante de Galicia.

Por partes, recordar que el coste de la destrucción y rehabilitación del inmueble de Castelao va a suponer un derroche de casi millón y medio de euros, cantidad que seguramente se verá ampliada pues se trata de una simple aproximación ya que aún no se resolvió el concurso público.

Pero por otra, y casi la más importante, resulta que el edificio elegido apenas supera los 1.200 metros cuadrados de superficie, una extensión que solo puede parecer adecuada si se compara con la actual, pero que es la tercera parte de la biblioteca Antonio Odriozola de Pontevedra, por poner un ejemplo. Y cabe recordar que la población de la capital gallega es poco más de la mitad de Vilagarcía.

En suma, un establecimiento que se va a quedar pequeño cuando la demanda de los usuarios sea mayor, es decir en época de exámenes, de oposiciones o de trabajos que requieren de los fondos y la tranquilidad de este tipo de templos de la cultura. A tiempo parece que ya no se está porque Gobierno y PP ya han pactado otros usos para la Comandancia de la Marina, pero son muchos los ciudadanos que ven en ese edificio de Rosalía de Castro el más idóneo para albergar una catedral de la sapiencia y plantean que la capilla de la ruidosa Castelao sea usada en otros menesteres ¿Por qué no un punto de encuentro?

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