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Santiago Lago Peñas.

Digitalización

El pasado martes participé en una mesa redonda organizada por la Confederación de Empresarios de Pontevedra sobre el cambio cultural hacia la innovación y la adaptación al mundo digital. La ocasión me obligó a leer y reflexionar, para acabar en cinco ideas fuerza.

La primera es que la digitalización puede ser particularmente beneficiosa para Galicia porque nos ayuda a superar dos debilidades: nuestra posición periférica en Europa y nuestra dispersión territorial y urbana, con un sistema de ciudades sin polo único, como Aragón, Cantabria o la Comunidad Valenciana, por ejemplo. En el mundo virtual es mucho más fácil amalgamar y ocupar posiciones centrales en una red en la que los datos viajan a velocidades (casi) instantáneas.

La segunda es que los gallegos nos esforzamos más en invertir en infraestructuras y hardware que en sacarle partido a lo que tenemos. Sin duda, afrontamos desafíos en el mundo rural o en los cascos históricos; y podemos redoblar inversiones en TIC. Pero podríamos hacer mucho más con lo que ya tenemos.

La tercera, vinculada con lo anterior, es que necesitamos estrategias de digitalización integrales y ambiciosas en todos los ámbitos; en la administración y en las empresas. Las urgentes y, en muchos casos, útiles respuestas a la pandemia no deberían inspirar la sensación de que ya hemos hecho los deberes. En general, han sido parches transitorios que no pueden sustituir el cambio en las organizaciones, en los modelos de negocio y servicio. En positivo, contamos con experiencias públicas y privadas muy exitosas, que muestran que los gallegos podemos subirnos a la ola y hacerlo muy bien. Inditex y el Sergas son dos excelentes ejemplos de organizaciones grandes, que mueven miles de millones de presupuesto todos los años. Pero hay más. Se trata de que su número aumente.

La cuarta es que la digitalización exige mucha inversión en capital humano. Los consejos de administración deben adaptarse para incorporar personas que entiendan y proyecten las implicaciones de la digitalización. Nuestras universidades y centros de formación profesional deben contar con los recursos necesarios para satisfacer una demanda de titulados que va a ir en aumento; y las empresas deben entender que el talento hay que pagarlo, so riesgo de que acabe en Alemania, Estados Unidos o Suiza.

La quinta y última es que pivotar sobre el mundo virtual exige invertir en seguridad y protocolos para evitar ataques y fraudes, pero también fallos y errores. Una empresa o una universidad plenamente digitalizada no se puede permitir pasar días con la página web de venta on-line, las aplicaciones de gestión interna fuera de servicio o sin acceso a los discos duros.

*Director de GEN (UVigo) y del Foro Económico de Galicia

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